martes, 22 de abril de 2008

domingo, 22 de abril de 2007

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Nuevas fuentes para la geografía antigua de España Aemil Hübner

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[Publicación original: Aemil Hübner, Nu evas fuentes para la geografía antigua de España (El Monte Testaccio), Boletín de la Real Academia de la Historia 34, 1899, 465-503.]
Nuevas fuentes para la geografía antigua de España.
Aemil Hübner
I. El Monte Testáceo en Roma.
Hace más de veintisiete años que el que es ahora uno de los
directores de los Reales Museos de Berlín y en su gabinete numis-
mático, el Sr. Enrique Dressel, durante el curso de los años de
1871 á 1872, empezó en Roma, donde había nacido y entonces
vivía, á formar la colección de la s inscripciones muy varias y casi
innumerables que, como en toda s partes donde han vivido los
romanos, así también, pero en can tidad extraordinaria, se encuen-
tran en Roma, no sobre grandes pi edras ó en láminas de bronce,
sino sobre una infinida d de pequeños objetos, tejas, ánforas, lám-
paras y vasos de barro de todo gé nero, en utensilios y alhajas de
oro, plata, bronce, en tubos y fístulas de plomo, etc., etc. (™.
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(™ Forman en la gran colección berlinesa del Corpus Inscriptionum Latinarum,
el volumen xv, del cual han salido á luz dos partes; la primera, publicada en 1891,
contiene las tejas; de la segunda, publicada en 1899, se dará cuenta
en seguida.
De la serie entera están publicados los volúmenes siguientes: I. Comprende las
antiquísimas y está agotado; su parte posterior en segunda edición desde el 1893.—

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Ocupan entre estos objetos un pue sto conspicuo las inscripcio-
nes sobre las grandes ánforas de barro cocido que servían para
contener y transportar vino, ace ite, miel y varios productos de
salmuera de pescado, como el garum, el liquamen, la muria, etc.
Ya se podía suponer como natural, y se sabía por los testimonios
de autores antiguos, como Plinio el mayor y otros, que la capital
del mundo antiguo hubo de consumir cantidades muy considera-
bles de estos géneros, que de las provincias lejanas, á bordo de
grandes navíos de carga, llegaba n á los puertos suburbanos, como
el de Ostia, y por otros buques menores el río Tíber arriba hasta el
emporio urbano. Muy cerca de es te emporio del Tíber, bien
conocido, y cerca de la orilla, un poco más río abajo, se alza una
colina de forma elíptica, no muy alta; su elevación sobre el nivel
del mar, en su punto más alto, es de 50 m., mientras su altura
absoluta es de 35 m,; su circuito á lo largo de la carretera en la
ribera, casi de 1.000 pasos. Lleva desde tiempo inmemorial el
nombre de Montaña de los tiestos, Mons Testaceus en latín, Monte
Testaccio en italiano. Es muy conocido en tre los habitantes de la
ciudad eterna y la muchedumbre de sus visitantes como sitio de
vista amena, y por las casitas an tiguas y bajas que lo circundan,
muchas de ellas con cuevas y bode gas muy frescas, que entran en
el interior de la montaña. Sirven en parte para almacenes de ba-
rrileros, y en parte para tabernas , también desde tiempos anti-
guos, y son muy frecuentadas por el pueblo los días de fiesta. Se
sabía que el nombre no era mentir a; pues no se ignoraba que la
colina era de origen artificial, y que constaba efectivamente en
________________________________________________________
II. España, con el suplemento de 1892.—III. Provincias orientales, dos partes, un
suplemento extenso pronto á publicarse.—IV. Pompeya, un suplemento de 1898.—
V. Italia alta, dos partes, un suplemento en preparación.—VI. Roma, tres partes, la
cuarta con los suplementos, casi completa; la quinta, de las falsas solas; faltan los
índices.— VII. Britannia.—VIII. África, dos partes, un suplemento de dos partes,
1891 y 1894.— IX. Italia baja oriental.—X. Italia baja occidental, dos partes.—XI.
Italia media, dos partes; falta aún la segunda.—XII. Galia Narbonense.—X
III. Las
tres Galias Aqui-tánica, Lugdunense, Bélgica y la Germania, dos partes, falta aún
la segunda.— XIV. El Lacio.—XV. El Instrumentum domesticum, que llamamos,
de Roma, arriba indicado. De suerte, que á los treinta volúmenes de la obra entera
les falta poco para venir á cabo, entre otros el volumen XVI de los índices
generales, que un día la darán remate.

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su totalidad de un cúmulo enor me de fragmentos de cacharros,
crecido en el decurso de los siglos. Pero en qué manera se formó, y
cuáles fuesen los tiestos de que se componía, antes del señor
Dressel nadie lo había explorado con cuidado (™. Demostró que la
colina está en relación intima con el vecino emporio del Tíber, y
que en ella se acumularon los tie stos inutilizados de millares y
millares de ánforas grandes, no á causa de cualquier catástrofe

súbita, sino paulatinamente, y se gún fueran descargados de los
navíos que sucesivamente llegaron para envasar su contenido en
otros vasos más pequeños. Faltan enteramente los fragmentos de
vasos Arretinos de color encarnado, de los negros y amarillos, y de
los vasos griegos pintados. La montaña se compone exclusi-
vamente de los restos de grande s ánforas de un barro grosero y
fuerte como piedra; la mayor pa rte, de la forma propuesta más
adelante, no fallando otras menores, pero siempre asaz capaces y
fuertes, como destinadas todas á la exportación. Verdad es que aún
no se han podido explorar por excavaciones hechas á este fin las
partes más profundas de la colina. Según las observaciones
sugeridas por las partes superior es, examinadas esmeradamente, y
excavadas en el año 1881 por el Sr. Dressel, es probable que
aquellas deben contener los rest os de barros más antiguos, corres-
pondientes al primer siglo de nuest ra era, cuando con el aumento
de la ciudad y el acrecentamient o rápido de su población crecía
también la importación de vívere s. La cumbre, pues, está com-
puesta de tiestos pertenecientes á la época desde el imperio de
Antonino Pío hasta el de Galieno, ó sea de mediados del siglo II
hasta mediados del III; porque su s fechas, como luego se verá,
caen entre los años 140 ó 144 y 251 de nuestra era. Lo más raro
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(™ Publicó el Sr. Dressel los resultados de sus investigaciones prolongadas, pri-
mero en una Memoria titulada Ricerche sul Monte Testaccio, inserta en el vol. L
(l) de los Anales del Instituto Arqueológico Germánico (Roma, 1878, págs. 118-
192), con tres láminas. Siguieron á ella dos suplementos en el Bullettino archeolo-
gico communale di Roma, 1879, pág. 143 y siguientes, y 1892, pág. 148 y siguien-
tes, y una recapitulación breve, á causa del ejemplar de uno de los tiestos en el
Museo de Bonna del Rin , en los Bonner Jahrbücher, vol. XCV, de 1894, pág. 61 y
siguientes. El prefacio al Corpus, vol. XV, parte segunda, hace de este asunto una
revisión sucinta, aumentada con los últimús esclarecimientos de toda la cuestión.

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y más importante desde el punto de vista indicado por el título de
esta memoria, es que esta inme nsa cantidad de tiestos no ha
venido, como hubo de s uponerse, de varias provincias del vasto
imperio, sobre todo de las del Es te, sino que todos, con la excep-
ción de dos ó tres que son de la vecina Mauritania Cesariense, han
venido de un solo país: España.
La mayor parte de estas ánforas era destinada para Roma; pero
algunas fueron á la Galia, la Britannia y la Germania, pues
ejemplares de los sellos españoles existen en los museos de aque-
llas provincias. Algunos se han en contrado en otra localidad de
Roma, en la fosa del agger ó antigua muralla de Roma, junto á los
Castra Praetoria; pero su completa identidad prueba que son del
mismo origen.
Ya en el año 1878, cuando se publicó la Memoria primera del
Sr. Dressel, me consideró en el deber de registrar los datos geo-
gráficos, que esta fuente nueva é inesperada podía proporcionar á
nuestros conocimientos del estado de la Península bajo el dominio
de los romanos. Pero sabiendo por el mismo Sr. Dressel que el
material todavía era incompleto –y. efectivamente, hase aumentado
desde esta época de una manera considerable,– parecía más
prudente aguardar hasta ver salir la colección completa en el
Corpus. Hace pocas semanas que la parte segunda del volumen XV
del Corpus obra en mis manos; y en seguida me puse á dar cuenta
de lo relativo á la geografía antigua de España á esa Real
Academia, tan celosa de recibir y dar á conocer los documentos
auténticos de la historia patria.
II. Las inscripciones de las ánforas españolas.
Hay que distinguir dos clases principales de epígrafes inscritos
en las grandes ánforas, la primera la de los sellos ( signacula),
impresos antes de la cochura máxime en las asas de ellas, la otra
la de los rótulos, como los llamaremos á causa de la brevedad, esto
es, las pintadas con pincel y c on tinta negra –raro con encarna-
da– después de la cochura en el cuerpo del barro, ó escritos con
pluma ó cálamo. Existe aparte de estas dos clases principales una
tercera de unas pocas inscripc iones rasguñadas con un instru-


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mentó agudo en la superficie del barro antes de concluirse la
cochura. De esta clase son los números 3618 hasta 3635 del vol.
XV; dos de ellos cifras breves que parecen indicar la cantidad del
contenido (números 3632, 3633), como se encuentran lo mismo en
barriles (dolia), los cuales el Sr. Dressel ha juntado en la parte
primera del vol. XV, bajo los números 2523 hasta 2527. No sé si
entre ellos también los hay proced entes de España. Los españoles
de esta clase que conocemos, procedentes de Ilici y conservados en
el Museo Arqueológico Nacional ( Corpus, vol. II, Suplemento,
núm. 6255, I), son algo diferentes, pe ro indican también la
capacidad, en metretas y sextarios, como parece según el docto
comentario del Sr. Federico Hultsch, el eminente metrólogo (™.
Estos grafitos, pues, los dejaremos aparte, para ocuparnos sólo
de los sellos y de los rótulos.
Una idea cabal de las ánforas es pañolas con la disposición de
los rótulos —los sellos generalmen te impresos en las asas no se
pueden ver— se nos da por la lá mina núm. I, tomada de la pri-
mera disertación del Sr. Dressel.
III. Los sellos.
Los sellos, de los cuales la obr a del Sr. Dressel reúne más de
mil tipos diferentes, muchos de ellos con no pocas variedades
menores, algunos hasta doce ( Corpus, vol. XV, núm. 2558 hasta
3583; son 1025), contienen exclusiv amente los nombres de los
alfareros ó poseedores de alfarerías ( figlinae), casi siempre más
ó menos abreviados, y con frecuenci a también los de las alfarerías
ó lugares en que los barros fu eron fabricados. Estos últimos
nombres serán registrados más adelante con los geográficos. Hubo
también alfarerías imperiales, al menos en el siglo III, porque
en algunos sellos van indicados como poseedores tres Augustos
(AVGGG • NNN, Augustorum nostrorum trium ), que son, según
________________________________________________________
(™ En su disertación sobre una medida de líquidos de la provincia de España y la
capacidad de .algunos dolios antiguos, publicada en las Memorias de la Sociedad
Real de Ciencias de Sajonia, Lipsia, 1897. páginas 199-208.


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toda probabilidad, Septimio Severo y sus dos hijos (núm. 2558) y
Valeriano, Galieno y Saloni no (números 2559, 2569, 2570). Y
obsérvese que á veces una G y una N ó dos G y dos N en estos
sellos vienen rayadas á causa de la memoria condenada del infeliz
Septimio Geta, hijo de Severo, y de la muerte de Severo. Que todos
estos sellos provienen de España, ya lo prueban, aparte de la
identidad de forma, material y hechura, los nombres de los mismos
fabricantes encontrados en sellos de procedencia española. Verdad
es que de estos conocemos ha sta ahora un número mucho menor
que el de los del Monte de los Tiestos en Roma. Pero esto se
explica muy bien, porque las án foras eran destinadas á la
exportación y por eso no se quedaban en España sino pocos ejem-
plares, cuya fabricación no había sa lido bien ó que se rompieron.
Además los tiestos que hubo en Es paña fueron desechados y se
tiran la mayor parte, conservándose sólo por casualidad algunos en
los museos y en manos de pocos af icionados. En Lora del Río, en
casa de un Sr. D. Luís Benite, que no sé si existe, vi yo en el año de
1860 una porción de fragmentos de esta clase de ánforas, en cuyas
asas noté 14 sellos ( Corpus, vol. II, números 4968, 21-34). Pues
todos ellos se han encontrado también entre los romanos ( Corpus,
vol. XV, números 2640, 2715. 2780, 2781, 2788, 2816, 2906,
2914, 3018, 3518, algunos de ellos dobles). Lo mismo resulta de
algunos otros existentes en el Museo de Sevilla ( Corpus, vol. II,
números 4968, 17-20 y XV, númer os 2966, 2967), que se han
encontrado también en Inglaterra (Corpus, vol. VII, números 1331,
59). Personas con nombres evid entemente ibéricos, como Atitta
(vol. II, uúm. 1087) ocurren en se llos del Monte Testáceo (vol.
XV, números 2718, 3132); los Atenni os, conocidos en Ilipa, uno
de los puertos más importantes del río Betis (vol. II, números 1092,
1100), lo mismo (vol. XV, númer o 2719). De suerte que aunque
faltasen indicios geográficos mu cho más concluyentes, ya estos
nombres de personas probarían la patria española de las ánforas del
Monte Testáceo (™. El mismo resulta do, como veremos, se infiere
del examen de los rótulos.
________________________________________________________
(I) La lista de cerca de cien sellos españoles encontrados en Alemania, Francia e
Inglaterra, incluida por el Sr. Dressel en su disertación primera de 1878 (pág. 189)
se puede aumentar considerablemente.

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IV. Los rótulos.
De rótulos la obra del Sr. Dressel enumera 892 tipos diferentes
(Corpus, vol. xv, núm. 8636 hasta 4528), muchos de ellos con
variedades (hasta 15, como en el núm. 3873 a-p); varios números
reúnen fragmentos numerosos (el núm. 4491 contiene 132
fragmentos con cifras solas), de suerte que el total supera de mucho
los 1.000. Por la humedad y el polvo que los cubren la mayor parte,
y por lo mutilados que van en los tiestos, han salido tan obscuros y
confusos que sólo unos ojos ejer citados como los de su editor y
una paciencia de muchos años como la suya los pudieron descifrar,
á veces sólo después de un baño de agua y el uso de la lima y de la
raspa, para quitarles la patina firme de la antigüedad que los cubre.
Su composición es de una igualdad tan perfecta, que esto sólo ya
prueba que son todos de un mismo origen. Se componen, los más
completos, de cinco partes diferentes, dispuestas con la más grande
uniformidad, sobre otras tantas partes de la superficie de las
ánforas. Distingo, siguiendo al Sr. Dressel las cinco partes con las
letras griegas , , , , .
. En el cuello, generalmente, la s unas, las otras en la barriga,
existen pintadas con un pincel muy ancho ó brocha llana unas
cifras de forma muy gallarda y esbelta, cuyo significado es
obscuro. Su carácter paleográflco es tan particular, que como no se
ha encontrado en ninguna otra parte, con derecho se les puede
llamar á estas cifras españolas, y pa rece que ya entonces hubo allá
no pocos diestros en el arte calig ráfico dignos de igualarse con los
Palomares, Iturzaetas y Goicoecheas de tiempos modernos. Dará á
entender este carácter paleográfic o particular la lámina núm. II,
que sigue, también tomada de la primera disertación del Sr.
Dressel.
Sus números 1 á 23 corresponden á estas cifras conocidas:
1. Cuatro diferentes formas de la C, cifra de ciento.
2. Dos X, cuyas líneas son pue stas, la una, verticalmente,
delgada, la otra, horizontalmente, ancha.
3. Dos X combinadas, xx, como se encuentran iguales, sólo
con algo diferente dirección de la s líneas, en las inscripciones


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lapidarias de España, indicadas en mi índice de los números
(Corpus, vol. II, pág. 1.179), y en mis Exempla scripturae Latinae
epigraphicae (pág. LXX y siguientes). Significan veinte.
4. Tres X combinadas de la misma manera, xxx, significando
treinta.
5. Cuatro formas diferentes de la V, cinco.
6. Puntos agudos, como salen de la parte ancha de la brocha,
significando la unidad, I.
7. Tres form as de la S, c uya forma también se comprende
figurándose como han salido de la brocha. Significan la mitad,
semis.
8. Una combinación de una X y una C, cuyo ápice está suelto
del semicírculo, y de dos II y una S, XCIIS, 92½. El método
subtractivo que se dice, poniendo XC, ciento menos diez, en lugar
de LXXXX ó de LXL, es común en España también en las lápidas.
9. XCIII, 93. 10. Dos X combin adas, xx, C, I y S, XXCIIS,
82½, por el mismo método subtractivo, algo menos usado.
11. xxCVS, 85½. 12. CVIII, 108. 13. CXCVIS, 196½.
14. CXXCVIII, 188. 15. CCIIIIS, 204½. 16. CCVIIIS, 208½-
17. CCXIS, 21I½. 18. CCXIIIS, 213½. 19. CCXVS, 215½.
20. XXCXV, 95. 21. CCVVVV, 220, poniendo cuatro V en
lugar de XX, con un capricho particular, no observado en las
lápidas.
22 y 23, no muy claras, tal vez XXCVV, y CCCC.
De estos números, que varían entre 75½ y 108½ los unos ( ),
los otros ( ) entre 178 y 219½, como sea que, por cierto, están en
relación entre sí y con los números de los rótulos, de los cuales
tendremos que hablar más adelante, no ha sido posible hasta ahora
explicar el sentido. Supone su explicación unas disquisiciones
metrológicas muy intrincadas, que irán á emprender un día
metrólogos como el Sr. Hultsch. El Sr. Dressel, con la modestia del
verdadero sabio, se contenta rela tivamente á ellos, como en otros
puntos de su trabajo, de ejerce r el arte difícil de ignorar ( ars
nesciendi.)
. En el cuerpo de las ánforas, y también en letras pintadas
gallardas, como se ve en la imag en de la ánfora que hemos dado


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arriba (lám. I), muy particulares y diferentes de las pintadas de
otras partes, citadas en mis Exempla (pág. XXVIII y siguientes),
están nombres personale s de ingenuos y libertos, como en el
número 3561 M. Coeli L(ucii) l(iberti) Saturnini, á veces de dos y
más, como Cassiorum, Verriorum, ó más distintamente, MM—
esto es, de dos Marcos— Claudiorum Senecionum. QQ — de dos
Quintos—Caesiorum, Caesiani et Macrini, II— de dos, duorum—
Segolatiorum et filiorum, etc. Significa esto que aquellas personas
fueron asociadas en el negocio, y se dicen á veces socios: sociorum
Hyacinthi Isidori Pollionis en los números 3881 y 3882, V, esto es,
quinque—sociorum, III, trium, Apr oniorurn Aureliani Macrini et
Aureliani et Vindiciani en el núm. 3730. No faltan mujeres entre
ellos (como Antoniae Agathonices et Semproni Epagathonis ); y
todos ellos en genitivo. Fueron estas personas, sin duda alguna, no
sólo los poseedores ó vendedores de las ánforas, en que sus
nombres están inscritos, sino los productores de lo que contenían,
poseedores, pues, de las viñas y olivares que produjeron el vino y
el aceite transportado á Italia. Entre ellos hay, lo mismo que entre

los de los sellos, no pocos cuyos nombres se encuentran en
inscripciones españolas, que si no son los mismos individuos, al
menos son parientes suyos. Compárense el Aelius Optatus (ánforas
números 3693 y 3795) con el L. Aelius Optatus en la inscripción de
Ulia del reinado de Severo Alejandr o; fue uno de los magistrados
encargados de la dedicación do una estatua al emperador (Corpus,
vol. II, núm. 1533). En muchas ánforas procedentes de Ecija, como
veremos, se nombran en este lugar Caecilios con diferentes
cognombres, como Calliphytus, Chrysogonus, Evelpistus,
Daphnus, Hospitalis, Maternus, Onesimus, Papia, Victor, etc.
(núm. 3751 basta 3795). Y en Ecija, Caecilia Trophime con su
marido Caecilius Silo y sus herederos Caecilius Hospitalis y
Caecilia Materna y Philete dedican á la divina Piedad una estatua
de 100 libras de plata ( Corpus, vol. II, núm. 1474): señal
clara de la riqueza de la fam ilia y del mutuo amor de sus
miembros. Y nótese que hasta al gunos de los cognombres, grie-
gos la mayor parte y testimonios de origen libertino, se repiten:
dos Caecilios, Hospitalis et Maternus , se nombran en 20 rótulos
de ánforas (números 3762-3781). Compárense además el Annius


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476 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Félix de la ánfora núm. 3840, con el gaditano C. Annius Félix (II,
1760) y el aurgitauo Q. Annius Félix (II, 3368); el Sextus Fadius
Anicetus de la ánfora núm. 3856 con el astigitano Sextus Fadius
Lamyrus (II, 1495); los dos Fulvios Charis ianos de la ánfora núm.
3876, con el Q. Fulvius, Q. Fulvii Attic mi filius, Q. Fulvii Rustici
nepos, de la tribu Galeria, Carisianus, el patrono y pontífice de
Arva (Alcolea del Río), y sin duda, uno de sus caciques, en la gran
base del Museo de Sevilla ( Corpus II, 1064); el M(arcus) Iulius
Hermes de la ánfora núm. 3897 con los astigitanos M. Iulius
Hermesianus, que se llama diffusor olearius —esto es, no producía
sólo, sino compraba aceite de su vecindad para envasar y
transportarlo —, su padre M. Iulius Hermes Frontinianus y su
nieto M. Iulius Hermesianus (II, 1481). Otras coincidencias de
nombres pueden ser casuales, como la del Tutilius Pontianus de la
ánfora núm. 3826 con el emeritense Tutilius Pontianus (II 550), del
C. Iulius Eutychianus del núm. 3892 con el barcinonense Iulius
Eutychianus (II, 4529), del L. Iunius Vegetus del número 3912 con
el L. Iunius Vegetus de un sello tarraconense (II, 4967, 10), del M.
Afranius Euporio del núm. 3696 con el M. Afranius Euporio (II,
175) y el M. Licinius Maternus del número 3929 con el M. Licinius
Maternus (II, 231), uno y otro olisipone nses; pues estos nombres
son comunes. Pero ya por los ejemplos arriba enumerados, no cabe
la menor duda que todas las personas nombradas en aquel lugar de
las ánforas vivían en España. Y ha de notarse que los testimonios
epigráficos de su existencia, cuyo interés, muchas veces menospre-
ciado resulta de estas comparacione s, se han encontrado la mayor
parte en los mismos centros de la producción de vinos y aceites
andaluces, que lo fueron enton ces como los son hoy. De eso
veremos en adelante, que abundan pruebas de otra clase.
Una porción de personas nombradas en las ánforas llevan nom-
bres singulares, no encontrados en otras partes, y que creo de
origen ibérico. De es ta clase son el C. Cassidarius Conviva nom-
brado en muchas ánforas (números 3647-3649), el Q. Connius
Verax ó Verna (núm. 3652), los Cotisii (núm. 3848), el T. Lituccius
Sabinus de muchas (números 3934-3938), el M. Locillius Alexan-
der (números 3660 y 3661), el L. Segolatius Alexander en muchas


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GEOGRAFÍA ANTIGUA DE ESPAÑA 477
ánforas de Córdoba (números 3993-3999). En otra parte de los ró-
tulos veremos que ocurren tambié n personas conocidas por testi-
monios epigráficos encontrados en España.
Supongo, pues, que todos estos productores ó negociantes eran
particulares residentes en Espa ña, que por su propia cuenta se
ocupaban de la exportación de sus productos ó mercancías á Italia
y Roma. No está conforme con es ta opinión el Sr. Dressel, que
aquellas personas, hasta las mujere s, los cree más bien empleados
de la administración provincial, fundándose en razones que vamos
á examinar en seguida.
Pues, desde el principio, y lue go desde mediados del siglo III,
según las fechas de otra parte de los rótulos que ya conocemos, se
observa un cambio notable en la pa rte de los rótulos escritos en
medio del vientre de las ánforas. En lugar de los nombres de
particulares observados en las ánforas hasta allá enumeradas
(números 3636 hasta 4096), en las ánforas que siguen (números
4097 hasta 4133), sucede una fórmula que dice:
fisci rationis patrimoni provinciae Baeticne
y en otras de número no tan grande como las anteriores (números
4134 hasta 4140), una que dice:
fisci rationis patrimoni provinciae Tarraconensis
y en dos de interpretación no muy cierta (números 4141 y 4142):
fisci rationis patrimoni statíonis castresis
documentando así formalmente el origen español de las ánforas(™.
Estas fórmulas, según la costumbre bien conocida por los auto-
res antiguos, las constituciones im periales y muchos documentos
fehacientes, no pueden significar ot ra cosa que ésta. Lo mismo
que se ha observado en la explot ación de las minas — véase lo
expuesto sobre la ley de las minas de Vipasca ( Corpus, vol. II,
páginas 793-801)—, gran parte del territorio provincial poseyó
________________________________________________________
(™ Las palabras Castrensis Car... en un rótulo del año 179 (núm. 4367), por el
señor Dressel, vienen explicadas como nombres de un siervo; no sé si no tienen
más bien relación con el patrimonio castrense.

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478 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
el fisco ó la arca del patrimoni o imperial administrado por sus
procuradores y muchos otros oficia les. En la misma época, como
hemos visto, en los sellos vienen nombradas alfarerías imperiales
en lugar de las de particulares; pues los tres Augustos de los sellos
fueron Septimio Severo y sus hijo s, á principios, y Valeriano,
Galieno y Salonino, á mediados del siglo III (™. Los productos del
patrimonio se exportaba n para uso de la casa imperial y para
venderse, formando parte de la annona ó de los abastos de
producciones naturales. Esta es la ratio, el cuento ó el arca, la caja
del patrimonio imperial en las provincias Bética y Tarraconense.
No dejan de producir y vender también particulares, porque
nombres de algunos se encuentran en las ánforas hasta mediados
del siglo III (números 4143-4528), pero escasean más y más.
La Bética viene nombrada en casi 140 rótulos, la Tarraconense
sólo en 9; veremos que en la misma proporción prevalecen entre
las poblaciones nombradas en otra pa rte de los rótulos las de la
Bética sobre las de la Tarraconense.
. A los nombres de particulares ó la mención del fisco siguen
en la panza de las ánforas otras cifras, entre 178 y 219½ que parece
indican el peso de las ánforas. Pues se repiten algunas de estas
cifras en la parte de los rótulos de que trataremos luego (bajo la
letra ), con la letra P propuesta, que sin duda significa pondo; y
las computaciones instituidas por el Sr. Dressel parecen probarlo.
. A la derecha de las tres part es de los rótulos hasta aquí
descritas, y en posición oblicua, debajo del asa, como se puede
observar en la imagen de la án fora propuesta más arriba (lámi-
na I), sigue una cuarta parte del rótulo, que es la más extensa.
No está pintada con pincel ó brocha, sino escr ita con pluma ó
cálamo y en letras cursivas má s menudas, y es evidente que no
________________________________________________________
(™ Existe hasta un testimonio cierto del hecho que en tiempo del emperador Sep-
timio Severo gran parte de los bienes de particulares en las provincias fue conver-
tida en propiedad del fisco de los emperador es, en la biografía de este emperador
que nos dejaron los escritores de la historia augusta (cap. 12. 3). Véase la
observación del Sr. A. de Domaszcewski en el Reinisches Museum. vol. LIV, pág.
312, 1899.

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es de la misma época que las pintadas, sino añadida algo más tarde.
Su carácter cursivo se asemeja al conocido por muchos otros
documentos, pero tiene tambié n, como el pintado, sus
particularidades locales, por las cu ales se puede calificar como la
cursiva española. Dará una idea de él un facsímile tomado de la
primera disertación del Sr. Dressel ( tavola d'aggiunta N, n.° 2),
que aquí (lám. III) se reproduce (Corpus, vol. XV, ntím. 3919).
Y dice: R CCVIS
Orfito et Prisco cos año 149
Lautrese Galli XV
Modest(us) Veget(us)
Lo que significa veremos en seguida. El consulado del año 149
viene nombrado en una muchedumbr e de rótulos; parece que fue
un año de cosechas riquísimas en vinos y aceite. También del año
161 los rótulos son frecuentes.
A pesar de alguna variedad en las particularidades, general-
mente estos títulos se componen uniformemente de estas partes,
no en todas completas, y varían en su orden. Precede siempre
una R rayada, que por varias ra zones ha de interpretarse por
recognovi ó sea recognitum; indicando que la ánfora, creo que
antes de despacharse, tuvo que su frir una revisión oficial. Sigue
el nombre de una ciudad, siempre española, y, como se verá en
adelante, puesto en el ablativo, indicando el lugar de donde la
ánfora fue despachada. En es te punto no voy conf orme con el
Sr. Dressel; daré mis razones en lugar á propósito. Después
viene una cifra, cuya explicaci ón no es fácil, un nombre termi-
nado en um ó en ense, ese, el cual indica la calidad ó proceden-
cia del contenido en el ánfora; el nombre de un hombre ó de una
mujer en el genitivo, que da l ugar á interpretarse sin duda aná-
logamente á los nombres pintados ; el nombre de un siervo, el
nombre, á veces, de unas figlinas ó alfarerías, la fecha consular,
y al final otros nombres, abreviados la mayor parte. Maravilla la
uniformidad de estas indicaciones, conservada, lo mismo que el
carácter paleográfico de las letras , tanto pintadas como escritas,
por un espacio de lo menos más de dos siglos, del I hasta mediados


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480 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.


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del III. En algunas de las ánforas más antiguas, procedentes, no del
Monte de los Tiestos, sino de la muralla de Roma, cerca de los
Castra praetoria, viene además nombrada el arca, esto es, la caja:
Iuliani arca, siguen cifras y el nombre de un siervo (número 3638);
Flavi Galli a(rca) (núm. 3648); á veces no hay más que un nombre
en genitivo, sin la palabra arca, como L. Vesoni (número 3683),
Liguris (núm. 3682). De esta clase las partes inferiores del Monte
Testáceo un día tal vez produc irán mas ejemplos. El arca en ellos
nombrada la cree, el Sr. Dressel idéntica con la fisci ratio
patrimoni de los emperadores, y por eso supone que todas las
personas nombradas en los títulos pintados, lo mismo que en los
rótulos escritos no son unos pos eedores ó productores ingenuos,
sino empleados de la hacienda imperial. Pero una arca, una caja
general, administrada por sus es clavos, llamados arcarios, ú otros
empleados, la tenían lo mismo lo s particulares que el gobierno.
También las ciudades tenían su arca, y esto parece que entraba
también en los derechos é impuestos del despacho. Por eso, en lo
que arriba expuse sobre las persona s nombradas en las diferentes
partes de los rótulos, á mí no me es dudoso que se trata
generalmente, con excepción de la s ánforas pertenecientes según
sus rótulos á la administraci ón provincial, de posesiones y
productos de particulares, tal vez de arrendadores.
Una prueba de eso ofrecen lo s nombres de no pocas personas
en esta parte de los rótulos que ocurren también en inscripciones
encontradas en España. El nombre de Aelius Aelianus en un rótulo
sin fecha (núm. 4049), lo leemos en varias inscripciones ( Corpus,
vol. II. números 267, 3872 y 4181), pe ro es de los más comu-
nes en el siglo II y no prueba la identidad de los individuos que
lo llevan. Compárense el C. Fabius Galaticus de un rótulo sin
fecha (núm. 3849) c on el olisiponense C. Fabius Ga... (II, 293),
el Ennius Ennianus de otro rótulo sin fecha (núm. 3852) con el
hispalense Ennius Ennianus (II, 1195); el L. Pompeius Cornelianus
del rótulo núm. 3989 con el L. P(ompeius) Cornelianus de la
pátera de plata de Umeri (II, 2917), sin que haya de creer en la
identidad de estas personas; el L. Aelius Herculanus del rótulo
núm. 4074 con el L. Aelius Herculanus de un epígrafe caperense
(II, 831). El Sr. Dressel ha emitido la opinión disculible que una


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Valeria Patricia Philogae(a) de un rótulo del año 149 (núm. 4224) tenía tal vez su cognombre Patricia, por ser liberta de la colonia
Patricia, esto es, Córdoba, lo mismo que un Romulus ó Romulius
Optandus de un rótulo astigitano (núm. 3810) y una Romula de un
Hispalense (núm. 4459) de la colonia Romula, que fue Hispalis.
Aguardamos más bien nombres deri vados de los de las ciudades,
como Patriciensis y Romulensis, ya conocidos por otros ejemplos.
De todos modos existiría cierta re lación entre estos apellidos y los
nombres de las dos capitales de la Bética. No faltan tampoco en
esta parte de los rótulos nombres característicos españoles, como
Reburrinus en el rótulo núm. 4091—compárense mis Mon. ling.
Iber., pág. CXVII—y Vacarra del rótulo del año 149 (números
3901 y 3902). Pero ya por estos apellidos está probado que también
estas partes de los rótulos fueron escritas en España.
La palabra arca en gran parte de los rótulos del siglo III sigue al
nombre de la ciudad: Astigi arca (números 4100 y 4111). Parece
que una vez hubo arka felix (núm. 4087), y otra arka prima (núm.
4390). En todos los rótulos del siglo II la palabra arca hace falta.
Claro es que eso también tiene su sentido particular, pero no lo
conocemos.
En muchos de los rótulos ocu rre además la sigla M (núm.
4210), con ápices á los puntos, ó dos M combinadas MM (números
4179 y 4121), ó M con una cifra y fracciones: MS, MIS, MMIS,
etc., y MXX, MXXV, MMXXX. Por varias causas no se puede
pensar en la medida romana de los modios; se indican tal vez
metretas, medida griega introducida en España, de la cual se ha
ocupado el Sr. Hultsch tratando de los dolios de Ilici (arriba, pág.
469).
En varias partes de los rótulo s escritos hay cifras de cuatro
clases diferentes, esto es, desde 184½ hasta 275½, desde 81 hasta
96½, desde 1 hasta 40½ y desde 1 ha sta 35. No es posible todavía
explicarlas, ni hay que maravilla rse que el mecanismo aritmético
de todas ellas aún quede comple tamente obscuro. Pero no hay que
desesperar tampoco, que nuevos ha llazgos y un est udio particular
por parte de los metrólogos nos proporcionará un día más luz sobre
las medidas y las leyes de fabricación y exportación.

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GEOGRAFÍA ANTIGUA DE ESPAÑA 483
Las fechas consulares caen todas entre los años 140 ó 144 y
251 de nuestra era.
Los nombres de siervos, que en varios lugares de los rótulos
escritos ocurren, son precedidos á veces de la sigla acp ó accp, que
sin duda dice accepit, y de otras similares. Otros nombres de
siervos son precedidos de la letra p, que dice pondo ó tal vez pon-
deravit. Indican, pues, que hubo un pe rsonal análogo al de las
aduanas modernas para anotar el recibo y peso de las mercancías.
. Ocupan el último lugar entre lo escrito sobre las ánforas otras
cifras pintadas españolas, como ya las llamamos, puestas en lo bajo
de la panza de las ánforas. Su relación con las del cuello ( ) y de
en medio de la panza ( ) no es menos obscura que la de las cifras
de los rótulos escritos.
No es posible agotar aquí las dificultades que ofrecen tan pere-
grinas inscripciones. Pero habi endo allanado algo el camino para
llegar á comprenderlas, me concreto por fin á los diferentes nom-
bres geográficos que se leen en los rótulos. De ellos también hay
que distinguir varias clases: la primera, la de los nombres de
grandes poblaciones que generalmente siguen á la nota al principio
recognitum; la segunda, la de los nombres terminados en um y en
ense, que indican el contenido de las ánforas, según los de los
poseedores, ó sea productores, ó de l lugar de la producción; la
tercera, la de alfarerías ó figlin as, que las hay aquí también como
en los sellos. De la segunda y ter cera clase, que trataremos juntas,
hay dos géneros: nombres puramente latinos derivados en parte de
los de los poseedores ó productores, y nombres de origen ibérico y
de significado local. Los distribuimos en tres párrafos.
V. Nombres de ciudades españolas.
1. Astigis. — Más de setenta veces, y con mayor frecuencia
que todas las demás ciudades, en los rótulos se nombra Astigi,
la moderna Écija. Generalmente el nombre está abreviado, de
suerte que no se puede ver cuál s ea el caso entendido. Pocas veces
está escrito Astigis en rótulos de los años 214 (núm. 4097), 216
(núm. 4098), 217 (núm. 4107), 218 (núm. 4108), 219 (núm. 4111),


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484 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
221 (núm. 4114) y 254 (núm. 4393), y en uno al que falta la fecha
núm. 4485), que si es el nominati vo parece puesto sin construc-
ción. Astigi, que puede ser lo mismo el nominativo que el ablativo,
se lee cinco veces en tiestos de los más antiguos, de mediados del
siglo II y de los años 147 (núm. 4158), 149 (núm. 3806), 150
(núm. 4270), 153 (núm. 4290), 154 (núm. 4326). Una sola vez, en
dos tiestos iguales del a ño 161, se lee el acusativo Astigim (núm.
4359 a-b); una t que precede, al Sr. Dressel le parece el resto de la
palabra [devec]t(um), que encontraremos en otros ejemplos. El
acusativo en éste y en muy pocos otros ejemplos que daremos á
conocer, al Sr. Dressel sirve de prueba que las ánforas fueron
transportadas á estas ciudades; pero creo más bien que los nombres
de las ciudades indican los puntos de partida, ó de donde ellas se
transportaron afuera, á Roma. No es imposible que en tiempos
antiguos, el Genil, á cuyas orillas está Écija, fuese tan caudaloso
que grandes cantidades de vino ó aceite hayan podido venir desde
Granada abajo hasta Écija. Pero mucho más probable es que Écija
fuese el centro de exportación de donde tan numerosas ánforas
salieron para Roma, echando por el Singilis y el Baetis. Han
observado, desde ha mucho tiempo, los gramáticos que como la m
final no se pronunciaba por el pueblo, de ahí que el acusativo ya en
edad antigua con frecuencia tomase el lugar del ablativo. Así se
escribía, por ejemplo, in amicitiam esse, in possessionem esse.
Creo, pues , que el Astigim vale lo mismo que Astigi y significa el
ablativo.
2. Corduba viene nombrada en treinta rótulos, abreviado ó
mutilado su nombre en todos, con excepción de dos, que traen
Corduba, en ablativo (números 4308 y 4110), y son de los años
154 y 218. Una vez se lee Cord(uba)... devectum en un rótulo del
año 149 (núm. 3858).
3. Hispalis se nombra en veintisiete ró tulos; en veinticinco el
nombre está abreviado ó mutilado. Sólo en dos se lee el acusativo,
en un rótulo del año 154 Hispalim (núm. 4007), en otro, del año
149, devect(um) Hispalem (núm. 4233). Devectum sólo, sin
nombre de ciudad, se lee en un rótulo del año 149 (núm. 4235);
fue tal vez [Port]o devectum: véase infra, Portus. Creo, como en
que los acusativos Hispalim y Hispalem son incorreccio-


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GEOGRAFÍA ANTIGUA DE ESPAÑA 485
nes ortográficas, ó más bien de pronunciación, y que significan,
como todos los demás con el nombre abreviado, devectum Hispa-
li, despachado á Roma desde Sevilla. No niego que río Betis abajo
hayan sido despachadas mercancías á Sevilla. Pero esto no tiene
importancia para la exportación; mucho más probable es que el
rótulo significa el recibo y el paso de la mercancía registrada en
Sevilla, para despacharse luego río abajo y, tal vez, en los mismos
navíos, hasta Ostia y Roma.
Estos son los testimonios má s frecuentes respecto á la
procedencia de las ánforas. Las cifras son elocuentes: el número de
rótulos hasta hoy encontrado muestra claramente, que en los siglos
II y III, tres ciudades de la Bélica eran los centros de la exportación
de vino y aceite, Écija, Córdoba, Se villa. Claro es, fuera de eso,
que la exportación hubo de efectuar se, máxime desde los puertos
de mar. No faltan testimonios epig ráficos de este hecho en los
rótulos. Pero son de índole partic ular y vienen aumentados por un
número considerable de sellos. Estos parecen probar que en los
mismos puertos existían grandes alfarerías, lo mismo que hoy día
existen fábricas de barriles y bot ellas y de tapones de corcho en
Jerez, en el Puerto de Santa María, etc. Trataré en seguida de todos
estos testimonios juntos, cómo se explican el uno al otro.
4. En un rótulo del año 161 se lee Portense (núm. 3826), que
puede significar que el contenido de la ánfora sea procedente de un
puerto, ó que hubo un fundo, una hacienda en sus cercanías, de
donde venía. En otros rótulos se lee at Portu(m) en el año 149
(núm. 3976), at Port(um) y Por[tu] en el 179 (números 4371 y
4384). El puerto sin otra indica ción es verosímil que sea el Portus
Gaditanus, enfrente de Cádiz, el moderno Puerto de Santa
María. La misma indicación Port(u) ó más abreviada Por(tu) y
Po(rtu), se encuentra en varios sellos (números 2647, 2870, 2939,
2940, 3004, 3133, 3172), cuyos ejemplos existen también en Fran-
cia, (Corpus, vol. XII, números 5683,228); va unida con iniciales de
los poseedores de alfarerías (P • A • H, L • P • S, M • I... R, PIR,
P • M • H), ó con nombres de alfareros ( Rufi, Sedati); una vez se
lee con todas las letras Porto Lucidi (núm. 2990). En muchos se-
llos se lee PORTO POPVLI (núm. 3094, a-c); en otros de la mis-


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486 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
ma hechura, PORTO sólo (núm. 3094, d-l); en otros, POPVLI sólo
(núm. 3095, m-p). ¿Quien era este portus populi? No lo cono-
cemos, pero es cierto que uno de los españoles así se llamaba un
día, tal vez el gaditano.
En un sello está Arva p(ortu), y sigue el nombre abreviado de
un siervo (núm. 2712), en otros p(ortu) Arva (núm. 2711, a y b), ó
Arva sólo (núm. 27, e-g), en otros III (trium) Miniciorum p(ortu)
Arva (núm. 3030 a-e). Verdad es, que no sabemos si la P significa
portus, ni si Arva es el nombre del municipio conocido cerca de
Alcolea del Río (Corpus, vol. II, pág. 138). Pero como conocemos
un Ireneo, siervo del empera dor Septimio Severo y dispensator
portus Ilipensis, nombrado en una inscripción de Ilipa ( Corpus,
vol. II, núm. 1085), es probable que las poblaciones orillas del
Betis tuvieron sus puertos. De Arva ya hemos visto que sus
habitantes figuraban entre los alfareros (pág. 476). El P • A que se
lee en los sellos de un T(itus) Atilius Asiaticus (mím. 2717, a-f, en
el e), queda incierto si indica el p(ortus) A(rvensis) ó no.
Claro se lee en un sello con letras ligadas como se
usaban mucho en España; y lo explica acertadamente el Sr. Dressel
por port(us) Carmo(nensis). Que Carmona tuvo su puerto en el río
Corbones, otro afluente del Be tis después del Genil, es muy
probable. En dos rótulos del año 154 se lee CAR (números 3954 y
3955); pero no sabemos si es Carmo, ó tal vez Carteia, ó el nom-
bre de un siervo como Carpus.
Si en un sello del mismo Atilio Asiático, en el cual hemos creí-
do ver nombrado el portus Arvensis, las letras P C indican el puerto
Carmonense, ó tal vez el Cordubense, lo ignoramos.
En otros dos sellos se lee MIRPOR y MIRPFO/// (núm. 2939 a
y b): ¿M. I(ulius) R(omanus)—ú otros nombres—por(tu) y p(ortu)
Fo[r(tunae)]? Véase también Fob(ea) más adelante.
En algunos está POR ODV (núm. 3058, a, b y c), por(tu) Odu-
(ciense), como propone el Sr. Dressel, recordando los oducienses
nombrados en inscripciones de Lora del Río ( Corpus, vol. II, nú-
mero 1056) y de Sevilla (II, 1182); los lyntrarii oducienses prue-
ban que Oducia estaba situada á orillas del Betis, tal vez cerca de
Tocina (Corpus, vol. II, pág. 137). El mismo nombre se lee en al-


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GEOGRAFÍA ANTIGUA DE ESPAÑA 487
gunos sellos que dicen, Broc(ci) Odu(ciense) (nüm. 2736, a-c),
indicando tal vez un género de vinos.
En otros hay PORTAN, POR///AN, PTAN (ntíin. 2656, a-c),
que se pueden interpretar por por(tu) Tan..., por[t(u)] Anu, p(ortu)
Tanu, de combinarse con el TAN, TAN, NAT, Tan y Tanu de otros
(núm. 2656, e y f), y el TVN y NVT con la A inversa (núm. 3208,
a y b). Conocemos á una Tanusia ó Tamusia de monedas ibéricas
con la leyenda dnusia y Tanusiens ó Tamusiense (Mon. ling. Iber.
núm. 107); su situación es desconocida.
Un grupo de sellos inscriptos , POR • P • A • H,
PORPAH (núm. 2647, a-c) y otros con PORPAHSA (número 2648
a), y PAH • SCAR (núm. 2648 b), PAHSCALH (número 2648, b y
c), como proceden de un mismo productor P(ublius) A(ntonius)
H(iberus) —ó nombres semejantes, — pueden leerse portu, y
por(tu), Sa... (¿Salpensano?) y Se... Ar... (¿Arvense?) ó Scal... H.
Pero todavía no se pueden interpretar con certidumbre.
A otras poblaciones de la Bética pueden referirse los sellos que
siguen. En un grupo de muchos ejemplares se lee: Q • 1 • A y Q • I
• AL (núm. 2020, a-c), y en otros C • I • ALB con sendas
variedades (núm. 2021, a-i), (núm. 2921, k). Este
puede significar Q(uinti) I(ulii) y C(ai) I(ulii) Alb(ense); el Anic y
otros nombres abreviados puestos al final ( Hec... núm. 2921 l.
Par... m, Sat... ó Sta... n), serán indicaciones locales no conocidas.
Pero Albense se llamó el municipio Ur gavonense, el Arjona de
hoy. Sin embargo, como ella está en el interior de la Bélica
oriental, muy arriba el río Betis y lejos de él, no me atrevo á
atribuir á ella las figlinas de aquellos sellos.
Con más confianza se pueden atribuir á Singili Barba, el mu-
nicipio Flavio Libero que estuvo en el Castillón cerca de Antequera
(Corpus, vol. II, pág. 272), los sello s de los tres Augustos
Valeriano, Galieno y Sa lonino, inscriptos figul(inae) Barba ó
f(iglinae) Barb(enses) (números 2559 y 2660) ó con nombres de
diferentes particulares, ó sencillamente fig(linae) Barb(enses)
(números 2561, a-c, 2562 y 2563 a-c). Pero tampoco esta atribu-
ción es absolutamente cier ta; pueden haber existido figlinae Bar-
benses ó Barbarianae en otros puntos desconocidos.
En el fragmento de un solo rótulo se lee Singiliese (núm. 4456),


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488 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
indicando, sin duda, la procedenci a del contenido en unas ánforas
desde Singiii Barba.
En ocho sellos diferentes se ve el nombre de Itálica; en algunos
escrito con todas sus letras, ITALICAE (núm. 2631 a), en los
demás abreviado en ITAL, ITA, IT (núm. 2631 b-h). Que en una
población importante, en donde se fabricaron muchos ladrillos de
la legión séptima (Corpus, vol. II, números 1125 y 6525 b), hubo
también alfarerías para ánforas, no es de maravillarse.
Una sola vez se lee en un rótulo del año 149 claramente, en el
texto — esto es, bajo el asa — el nombre de MALACA escrito
con todas sus letras (núm. 4203) ; sólo nos maravillamos que no
haya más testigos de la importancia de este puerto. Tal vez aún los
esconda el fondo del Monte Testáceo.
Sólo en los catálogos de Plinio se conoce como uno de los pue-
blos estipendiarios del convento astigitano Sacrana (Plinio, Hist.
nat., III, § 12). En el fragmento de un rótulo sin fecha se lee
Sacranese ve[tus] (núm. 4454), que, en opini ón del señor Dressel,
viene referido á la procedencia de la ánfora ó de su contenido de
este pueblo, cuya situación se ignora.
Estas son las ciudades más impor tantes de la Bética, cuyos
nombres se encuentran en los tie stos del Monte Testáceo entre
sellos y rótulos. Hemos visto que el fisco de la provincia Bética en
ellos viene nombrado con mucha más frecuencia que el de la
Tarraconense. Dos ciudades tan só lo de la Tarraconense hasta
ahora se han hallado en los tiestos:
Castulo, si fue leído bien su nombre por el Sr. Dressel en un
rótulo del año 235 (núm. 4137), y
Saguntum, en dos ejemplares de un sello (núm. 2632) que dice:
Esto es, B(aebii) ó Baebiorum C(orneliani) , ú otros nombres,
Materni Sacynto.
Hay que notarse la ortografía Sacynto en lugar de Saguntum;
vantaban los romanos el origen griego de la ciudad tomándolo
de la isla de Zakynthos. Pero ya sabemos que la procedencia


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griega existía sólo en su fantasía y debe su origen á la política,
mientras Sagunto era puramente ibérica.
Faltan en las ánforas los nombres de Barcino, Carthago nova,
Tarraco, Valentia y tantos otros puertos importantes de la costa
oriental, célebres algunos de ellos por sus vinos y otros productos.
Si no se esconden bajo los nombr es de fundos y terrenos de su
territorio, como lo son los que vamos á enumerar, tal vez un día
surgirán del fondo del Monte Test áceo. El vino Lauronense, cele-
brado por Plinio con el Tarraconense y Baleárico (Hist. nat., XIV,
§ 71), parece que lo contenía una ánfora de Pompeia ( Ephem.
epigr., I, 1872, pág. 165, núm. 195) y una de Roma encontrada en
la fosa de la muralla (Corpus, vol. XV, núm. 4578). Pero estos son
los únicos vestigios de la exporta ción de los célebres vinos cata-
lanes y valencianos hasta ahora hallados.
Dos poblaciones de la Mauritania Cesariense vienen nombradas
en tiestos encontrados en Roma: una vez Leptis (Corpus, vol. XV,
núm. 2633), y con alguna frecuencia Tubusuctu (números 2634 y
2635 a-e). Las demás indicaciones geográficas son nuevas.
VI. Nombres de localidades ó de géneros comerciales de origen
latino.
En los sellos y en lo s rótulos de las ánforas españolas hay mu-
chas palabras abreviadas, que por su trabazón con otras, por su
colocación y por otras razones, no se puede afirmar en cada caso si
son de esclavos empleados en el servicio de envasar, recibir, pesar
y despachar, ó bien de localidades. La mayor parte de los nombres
en los sellos es probable que signi fiquen alfarerías; en los rótulos
los hay de significación local, pe ro mezclados con otros de
significado diferente.
Una porción de rótulos refiere lo calidades ó tal vez géneros,
vinos, etc., con nombres derivados al parecer de individuos. Los
enumero aquí brevemente, porque ilu stran la gran variedad de los
productos transportados y el papel prominente que ciertas familias
tuvieron en estos negocios:
Aelianum, rótulos de los años 149 y 158 (números 4243 y 4294).
Attianum, rótulos de los años 149 y 154 (números 4174 y 4334).

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Cornelianum, rótulos del año 149 (números 3856 y 3857).
Crispense, rótulo del año 149 (núm. 4184).
Flavianae, tal vez figlinae, rótulos del año 151 (números 3837 y
3868).
Fulvianum, dos rótulos del año 179 (números 4367 y 4371).
[Ge]rmanianum, rótulo del año 140 ó 145, de Écija (número
3762).
Lamponianum, dos rótulos del año 149 (números 4192 y 4193).
Lupianum, rótulo del año 153 (núm. 4278).
Manlianum, dos rótulos sin fecha (números 4050 y 4313).
Marcianum, rótulos del año 145 (números 3855 y 3859).
Marianum, rótulos del año 160 (números 4341 y 4342).
Maxsimianum, rótulo del año 149 (núm. 4201).
Mercuriale, rótulo del año 149 (núm. 4202).
Messianum, rótulo sin fecha (núm. 4432).
[Mo]ntanum, rótulo del año 149 (núm. 4246).
Nasonianum, rótulo del año 149 (núm. 3725).
Norbianum. rótulo del año 149 (núm. 4204).
Oclatianum Pal(mense), rótulo del año 154 (núm. 4328).
Paterne(n)se, rótulo sin fecha (núm. 4440).
Paternianum (?), rótulo del año 161 (núm. 3944).
paternum Anullini, rótulo sin fecha (núm. 4282).
paternum Hi[spani?], rótulo del año 153 (núm. 4281).
Sabinianum, rótulo del año 145 (núm. 3819).
Sempronianum, rótulo del año 154 (núm. 4319).
Severianum, rótulo sin fecha (núm. 4073).
Sextilianum, rótulo del año 154 (núm. 4320).
Titacianum, rótulo del año 149 (núm. 3832).
Son 28 nombres de los mejor c onservados; había mucho más.
Se ve que los vinos de Espa ña—si fueron todos vinos—hacían
competencia en el multiplicado de sus marcas con los de Jerez, de
Málaga y de Tarragona de hoy, y con los de Burdeos, Rin y la
Moselle. El Marianum recuerda al mons Marianus; Comelio
Anullino, el cónsul por segunda ve z en el año 199, cuya heredad
paterna viene nombrada, era natural de Granada ( Corpus, vol. II,
números 2073 y 5506). Otra familia célebre de España recuerda
el Dasumius Epaphroditus de un rótulo sin fecha (núm. 3827),


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GEOGRAFÍA ANTIGUA DE ESPAÑA 491
liberto de un pariente del Dasumio, amigo de Tácito y de Plinio
menor, cuyo testamento existe ( Corpus, vol. VI, niím. 10229). No
entro en observaciones sobre ot ros de estos nombres que se
ofrecen.
Queda un número algo mayor de nombres locales de un carác-
ter menos personal. No es imposib le que al menos una parte de
ellos podrá un día verificarse en nombres aún existentes ó en
documentos de la Edad Media. Se sabe que los nombres de terre-
nos son durables y á veces han conservado la memoria de pobla-
ciones antiguas en los despoblados y campos. No tengo que citar
pruebas para los conocedores de la geografía antigua de la Penín-
sula, sino voy directamente á enum erar con toda brevedad estas
palabras y nombres en el orden al fabético, que es el único posible,
dejando á parte los de interpretación del todo incierta.
Apol[linaris], de lección poco cierta, porque puede ser también
Nol..., en un rótulo del año 149 (núm. 4301); tal vez un fundus
Apol[linaris].
Axte[rium], rótulo del año 149 (núm. 3724); tal vez un fundus
Aster[iensis]. Por cierto no de combinar con la colonia Hasta
Regia, como propuso el editor, pues su nombre siempre se escribió
con h, procedente de la hasta ó lanza. Tampoco ha de confundirse
con el nombre griego de un siervo Asticus en tres rótulos del año
154 (números 3770-3772).
Capel[tianum], rótulo Astigitano del año 154 (núm. 4304), y
Capil... en un Hispalense del mismo ano (núm. 4007), tal vez de un
fundus Capellianus ó Capillianus.
Car..., rótulo Hispalense del año 179 [núm. 4306), no de com-
binar, por su colocación en el te xlo, con el pue rto de Carmona
(arriba, pág. 486) ni con Cartel a, sino resto de un nombre local
ignoto.
Carp(enses), fig(linae), rótulos del año 161 (números 3943 y
3945), que puedan derivar su nombre de un Carpus.
Castillum, rótulo con fecha incompleta (núm. 4161);
Castillense es uno de los testimonios más antiguos do la ortografía
Castillum en lugar de Castellum.
Cepariae. En un gran número de sello s, algunos de ellos de
los tres Augustos Valeriano, Gallieno y Salonino, vienen nom-


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492 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
bradas las figlinae Cepariae (números 2564-2568, todos en varios
ejemplares) y lo mismo — uno de los ejemplos no frecuentes en
que también en los rótulos ocurre n alfarerías— en un rótulo del
año 149 (núm. 4226 fig Cepar). El cultivo de la caepa ó cebolla,
escrito en lenguaje rústico cepa, es antiguo; de él creo que tomaron
su nombre aquellas alfarerías. En unas monedas visigodas se lee el
nombre de una población Cepis (Campaner, indicador numismá-
tico, pág. 198), que se pone cerca de la embocadura del Duero. Por
cierto ella no tiene nada que hacer con las flglinas Ceparias.
Ceraria. En un rótulo Cordubense del año 149 se nombra la
fig(lina) Ceraria (núm. 4181), y en no pocos sellos ocurre la
f(iglina) Ceraria y Caeraria (núm. 2584 a-b). Producción de miel
y blanquerías de cera hubo en muchas partes de España, cuya miel
gozaba siempre de grande reputación.
Clodianense. Rótulo astigitano del año 149 (núm. 3940) de
Marco Lucrecio Optato, [Fa]bi Clodianese Optati, ú Optatia(num).
Si fuese vino ó aceite no se sabe. No sería sólo el río Clodiano,
cerca de Ampurias, el que derivara su nombre de un Clodius.
Colobraria. Algunos sellos llevan inscrito este nombre sólo,
pudiendo significar una figlina ú officina que tuvo su nombre de un
lugar donde hubo culebras, como en muchas partes. No creo que se
indique, como el Sr. Dressel propus o con toda reserva, la isla
Colubraria, hoy Formentera.
Cucumenses. Sello encontrado en vari os ejemplares (número
2580), f(iglinae) Cucum(enses) ó Cucu(menses). De la olla
cucuma, ó del cohombro cucumis el nombre puede derivarse. Tal
vez el mismo nombre se indica en otro sello, inscrito CV CV, con
interpuncióu mala (núm. 3212); pues no se trata, por cierto, de la
c(olonia) Ucu(bitana).
Frigidum, rótulo del año 149 con Lacea, de la cual se tratará
más adelante, y Frigidese (núm. 3927); el Frigidense tuvo su
nombre tal vez de un balneum frigidum.
Fobea, sellos con F • S • A • FOB (núm. 2830), f(iglinae)
S(exti) A(tilii)—ó nombres semejantes — Fob(enses), y con A • L •
FO (núm. 2971 a-g), uno de ellos en una ánfora astigitana,
tal vez A(uli) L(icinii)—ú otros nombres— Fo(bense). El nombre


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GEOGRAFÍA ANTIGUA DE ESPAÑA 493
puede derivarse de una fovea, en lengunje rústico fobea, una
hoya.
Gemellianae, sellos frecuentes (núm. 2606-2611) con figul(inae)
Gemelli(anae), una vez fig(linis) Gemelliani(s). Derivan su nombre
de un Gemellus, no de las colonias Gemellas Acci é Tucci. Cerca
de Antequera hubo una esta ción de la vía romana ad Gemellas
(Itin. Antonin. pág. 412, 3; en el Ravennate, pág. 315, 19), cuya
colocación todavía no es averiguada.
Lavatrae, tres rótulos del año 149 con Lautrese (números
3917-3918); esto es, Lavatrense, nombre derivado tal vez de unas
blanquerías.
Marsianum, sellos con los nombres de un M(arcus) A(tilius)
T(erentianus)—ú otros nombres—y la indicación local d(e) f(i-
glinas) Marsianesses (núm. 2612 a-b) y de ficlinas Marsia(nenses)
(números 2612 d-f y 2613, 2614), nombrados de un fundo ó terri-
torio que tuvo su apellido de un Marsianus, tal vez en lugar de
Martianus, con pronunciación rústica sib ilante, cuyos ejemplos en
el siglo III no faltan.
Medianum, sellos con fig(linae) Med(ianae) y solo con Media-
ne (números 2615, 2616). Compárese el sello con Q(uinti) F(abii) .
R(ufi)—ú otros nombres—Med(ianis) (núm. 2869). Pueden derivar
su nombre de cualquier sitio puesto en la mitad, tal vez del camino
hasta cierto punto, etc.
Nol...; véase Apol..., arriba.
Novale, rótulo del año 154 con Novalese (núm. 3825), esto es,
Novalense. Un ager novalis ó un novale, es un barbecho. De él
derívase el nombre del producto.
Palma. Sello con PMOCV | FPALMA (núm. 2617), que parece
significar P(almense)? M(arci) Ocu(latii) f(iglinae) Palma. Com-
párese el rótulo de l año 154 (núm. 4328) con Oclatianum Pal-
(mense), arriba citado bajo Oclatianum. No hay que pensar en la
ciudad Palma de la Balear mayor ; hubo ya en la antigüedad en
muchas partes arboledas de palmas.
Passerar(iae). Dos ejemplares de un sello inscripto con alguna
variación, PASSERAR (núm. 3084 a-b). Pájaros abundaban, sin
duda, en todas partes; de ello s un fundo ó una figlina tuvo su
nombre.

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Perseianum, sello con la leyenda fundi Perseiani (núm. 2618), posesión de un Perseius ó Persius (™.
Quintinianum, rótulo de Hispalis del año 160, con Quintinia-
nense (núm. 4344), de un fundo de tal nombre.
Rivense. Dos sellos, el uno con Q • F • RI • V (núm. 2869 b; la
interpunción delante de la última letra es errónea), el otro, con
RIVENSE (núm. 3128 a-c con algunas variedades), indican un
fundo cuyo nombre se derivaba de un rivus ó arroyo.
Ruf... Rótulo del año 163 con figl(inae) Ruf... (núm. 3950).
Salsense. Dos sellos, el uno, con Q - F • R • SALS (número
2869), el segundo, con sólo la palabra SALS (núm. 3164), y un
rótulo del año 161 (núm. 3721) con SALSENSE, pueden indicar
una sola localidad, que recuerda el flumen salsum del bellum
Hispaniense. Pero como hubo salinas en muchas partes, queda
incierto cual localidad sea la nombrada en estos tres testimonios.
Saxum ferreum. En un sello léese SAXXO (núm. 3160) y en
otros muchos SAXOFERREO, SAXOFERRI y SAXOFERR con
sendas variedades (números 3166, 3167 a-u, son 24 variantes): los
mismos sellos se han encontrado también en Francia ( Corpus, vol.
XII, números 5683, 160 y 272). Mina s de hierro existieron en
muchas partes; de alguna de ellas tuvo que nombrarse el saxum,
una peña, en cuya vecindad estuvo la alfarería de este nombre.
Scalae. En muchos sellos se lee Scalensia Gemelli (núm.
2619), ó Scales(ia) En(ni) (núm. 2626 a-c), ó Scal(ensia) Cels(i), y
otros nombres (números 2620-2625, 2648 b-c). Pueden llamarse de
una localidad del nombre de scalae, escalera.
Scimnianus. En varios sellos se lee FSCIMN1ANI ó FSCIM-
NIANO (números 3168 a-d, 3169 a-b, con algunas variedades).
Scymnus, no bien escrito Scimnus, es un nombre griego, de donde
se deriva el f(undus) Scimnianus.
Scop... Se lee en un rótulo del año 149 en el lugar en el cual
________________________________________________________
(™ La mansión Perseiana del itinerario Antoniniano, entre Curiga y Mérida (pá-
gina 432,7), en los manuscritos escrita Percefana ó Perteiana, cae en Villafranca
de los Barros (Guerra, Discurso á Saavedra, pág. 100) y trae su nombre de una
persona del mismo apellido.

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GEOGRAFÍA ANTIGUA DE ESPAÑA 495
suelen ponerse los nombres de la s localidades de la revisión ó
recognitio de las ánforas (núm. 4200). Se indica, tal vez, un lugar
que tuvo el nombre de la hierba scopa ó de unas escobas, scopae,
no se sabe por qué.
Sextense, rótulo del año 179 (núm. 4374), nombre procedente
de un Sextus.
Si... lensis, rótulo sin fecha, de lección no cierta, con Proculi
fundí Si... lensis (núm. 4447); faltan tres ó cuatro letras. Tal vez
Siciliensis, con relación cualquiera á la isla italiana, ó Singiliensis
(véase pág. 487).
Statianien(se) Sta... parece leerse en un sello (núm. 3192); pero
puede leerse también Stati Avieni, Sta... ó Sat..., de suerte que el
nombre del fundo queda incierto.
Sul...? Rótulo del año 154 (núm. 4322) ; del nombre local, que
está en el lugar ocupado genera lmente por indicaciones geográfi-
cas, son ciertas las dos primeras letras. Una restitución cierta, con
todo, es imposible,
Trebecianae. En algunos sellos se lee figlina Trebecianor(um)
(núm. 3204 a), Trebeciano (núm. 3204 b), f(undi) Trebeciani
(núm. 3205), Q(uinti) Trebici (núm. 3206), G. Treb... (núm. 2307),
y en un rótulo del año 153 f(iglinae) Treb... (núm. 3814). El nom-
bre gentilicio Trebecius ó Trebicius es raro; de él derivan el suyo
las flglinas Trebecianas ó de los Trebecianos, y el fundo Tre-
beciano.
Turrense. Rótulos del año 154 (núm . 3770) y del 149 (núm.
4231), Turrense Gallionis y ...ensem en otros del mismo año
(números 4221 y 4226). Torres hubo muchas, la Turris Lascutana,
la Turris Regina y otras. De alguna de ellas el nombre es derivado.
Turnilense (núm. 4457) es diferente.
Turrinianum. Rótulo del año 161 con f(undi) Turrinia(ni) ó sea
f(iglinae) Turrinia[nae] (núm. 4356). Nombre derivado de un
Turrinius.
Turritanum. Rótulo astigitano del año 149, en el cual parece
leerse [T]urci Turritanum Karul(ae) Astig(i) )núm. 4230). Observa
el editor que el Karul(ae) no ha de referirse á la población de la
Bética Carula, sino que debe ser aquí nombre de mujer. El
Turritanum—así se lee claramente, no Tuccitanum—es nombre


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496 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
de procedencia local; lo pongo aquí para distinguirlo de Turrense y
Turrinianum.
Virginensia. Sellos asaz frecuentes contienen las leyendas Vir-
ginensia (núm. 2627), con varias abreviaciones Virg... y Vir... y
con cifras, como I, II, III, IIII, cuya significación es obscura (nú
-
meros 2628 hasta 2630, con mu chas variedades), y con Q(uinti)
V(alerii) C(orneliani) — ú otros nombres — Vir(ginensia) (número
3213), yV(alerii) S(ilonis)—ú otros nombres—Virg(inensia) (núm.
3160); rótulos del año 140 con f(iglinae) V[irgi]nieses (número
4189), y uno sin fecha con f(iglinae) Vir(ginienses) (número 4472)
parecen referirse á ellas mismas. Derivan su nombre ó de un lugar
de tal nombre ó tal vez de una fuente Virgo; el nombre gentilicio es
Verginius, no Virginius.
Estos son los cuarenta nombres de localidades de origen latino
hasta ahora observados en sellos y rótulos de las ánforas españolas.
Queda la última clase, que es la de los nombres indígenas.
VII. Nombres de localidades ó de géneros comerciales de
origen ibérico.
Dejo aparte, por ser inciertos, algunos nombres que se leen
unidos con la palabra colon(ia) ó colon(i). En los sellos de las
figlinas Barbenses arriba mencionadas, se lee col(oniae) ó col(o-
norum) Eari(ni), Sic(u li) et Asi(atici) (números 2560 y 2562), en
los de las Ceparias también mencionadas, col(oniae) Earini
col(oniae) Leopardi (números 2565 y 2567), en los de las Grumen-
ses, que seguirán más abajo, col(oniae) Eari(ni) (núm. 2570) y
col(oniae) Sic(utí) et Asifatici) (núm. 2572); y es curioso que en
ellos, á pesar de que son de loca lidades diferentes, se repiten los
nombres de Earinus, Siculus y Asiaticus. En algunos sellos se lee
la palabra col(onia) y colo(nia), ó sean coloni sola después de
iniciales de nombres personales (números 2685, d, 2715, 2833 c-f).
No sabemos que todo esto signifique ; pero cuando en otro sello se
lee SOSVMAE | COLONAKA | ...AITEC • T... (núm. 3189)—So-
sumae puede ser una forma rústica por Zosima—lo que sigue á la
palabra colon(ia) ó colon(i) serán nombres personales de siervos,
no geográficos.

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GEOGRAFÍA ANTIGUA DE ESPAÑA 497
Hay otras palabras sobre todo en los rótulos, que tal vez tienen
un significado geográfico, pero por lo incierto aquí se omiten.
Acilla? Rótulo Astigitano del año 149, con A[ci]llese (número
4232). Las letras segunda y tercera no muy claras, pero por cierto
nombre derivado del de una localid ad cerca de Écija con nombre
ibérico.
Acirgi. En número bastante grande de sellos se lee figlin(ae)
Acirgi... (mím. 2574, a) ó Acirgi... solo (números 2574 b y 2575 a),
con bastantes variedades en la es critura. El Sr. Dressel las nombra
fíglinas Acirgianas; cr eo más bien que fueron Acirgitanae, como
de Aurgi viene Aurgitanus, etc. Acirgi es un nombre
completamente ibérico, tal vez de una población no sin importan-
cia, que hasta ahora se ignoraba.
Arcula. En un sello del año 145 se lee Arcese (núm. 4061),
Are... ó Are...; en uno del mismo año ( núm. 4016), en otro del año
161 Arclese (núm. 4350). Es probable, como lo dice el señor
Dressel, que ambos sean de una misma localidad, Arcla, abre-
viatura de Arcula, ó Arca, cuyo nombre es tal vez de la misma raíz
como Arcilacis y Arcobriga, pueblos ya conocidos.
Asuleia. Sellos con la leyenda fig(linae) Asuleianeses o
Asuleianesses (núm. 2576, a y b), ó con Asuleian... y Asule... solos
(números 2577 y 2578, a-d) del Sr. Dressel vienen comparados con
otros sellos, con RVFVS | AS ... (núm. 3134) y con ASVLL |
FELIC (núm. 3390, a) ó ASVLL | FELIC, y otros nombres (núm.
3390, b-g), pero cuya procedencia espa ñola no es probable, como
no se han encontrado en el Mont e Testáceo. Los dejaremos, pues,
aparte; pero de los otros parece que aprendemos el nombre de una
localidad ibérica, Asuleia, hasta ahora desconocida.
Bagania. Rótulo del año 149, con Baganiese Tertulli (número
3934). El nombre está formado como los de Canana, Damania,
Saldania.
Barcufia. Dos rótulos del año 149, con Barcufiense ó Barcufiese
Lucini (números 3977 y 3978). En un número de sellos muy grande
se lee el nombre de la oficina ó de un opus Cuf(iense)—como lo
interpreta el Sr. Dressel— (números 2587-2603, con muchas
variedades). No hay posibilida d de leer en los sellos Bar(bense)
Cufiense, para identificar estos nombres con el Cufíense. En am-


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498 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
bos ofende la f, extraña al idioma ibéric o; porque si son nombres
indígenas, el consonante original, tal vez b—Barcubi, Cubi,—ya se
mudó, bajo la influencia latina, en f. La situación de tales
localidades es completamente desconocida.
Belluca ó Belulca. En varios sellos se lee Bellucana ó
Belulcana —las letras están curiosamente ligadas, BELVL CANA,
y admiten ambas lecciones— P(ubli) A(tili) Galeni (núm. 2579),
Bel(lucana) C(ai) I(ulii)— ú otros nombres— (núm. 2580),
Bel(lucana) Netel(i)n(ensis)—no es Metellinensis—(núm. 2581),
Bel(lucana) Urs(ini) (núm. 2582, que se encontró también en
Francia (Corpus, vol. XII, números 5683, 43), ó Bel(lucana) solo
(núm. 2583). En Belluca raíz, como en los Be llos y en Beleia, y
terminación, como en Carruca y Veluca, son enteramente ibéricos.
La Veluca de los Arevacos, solo conocida por Ptolemeo (II, 6,55),
que se cree el Voluce del Itinerario Antoniniano (pág. 442,1), se
asemeja muy cercanamente á la Belluca de los sellos, sin poder
identificarse con ella. En Bollulos del Condado (Huelva) se da bien
la vid.
Bida. Rótulo sin fecha (núm. 4415), con Bidese—no Bodese,
como dice el Sr. Dressel,—esto es, Bidense, de una localidad del
nombre de Bida, desconocida.
Billeia. Rótulo del año 149, con Billeiense Terentiani (número
4175). Beleia ó Veleia, Vellica, son nombres de raíces semejantes,
Billeia no se ha oído antes.
BlupaeDard... En un rótulo Hispalense, sin fecha, se lee actum
Blupae Dard... (núm. 4122); pero queda incierto si Blupa es nom-
bre de localidad ó de un siervo; de todos modos es nombre bárbaro
de origen tal vez ibérico. El Dard... es abreviatura de un nombre de
siervo Dardanus.
Boveq(um). En diferentes sellos se lee G • I • F—tal vez Gai
Iulii Felicis Boveq (núm. 2928), en otros LSP—tal vez Luci
Sempronii Pacati—Boeq, ó solo Bo (núm. 3152, a y b). Creo que
es indicación de una gentilidad, como en muchos ejemplos
análogos (Clounioqum, Cossouqum, etc.), compuestos en mis Mon.
ling. Iber. (pág. CXXXVII).
Bora? En el cuerpo superior de una ánfora, que no se sabe si es
de procedencia española, es tá pintado, como parece, Bor. bibe (?)


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GEOGRAFÍA ANTIGUA DE ESPAÑA 499
c IV Mum (núm. 4621). La leyenda es dudosa, y su sentido in-
cierto; sin embargo, como Bora es una población conocida de la
Bética por sus monedas ( Mon. ling. Iber. núm. 126) y tal vez por
una inscripción (Corpus, vol. II, núm. 5450), no quise callar ente-
ramente el rótulo mencionando el vinum Bor(ense).
Burb... Dos sellos con el sólo vocablo BVRB, y BRVB (núme-
ro 2737), sino es una variante de BARB, Barba, con la A inversa, y
uno con L • S- PLH | BVR ( núm. 3153) pueden indicar una
localidad. Hubo Una Burbida en Galicia ( Itiner. Antonin. pág.
430,7), y no faltan otros nombres con semejante raíz.
Cacuba? En una ánfora de las flg linas Grumenses, de las
cuales se hablará más adelante (núm. 2570), está pintada con
grandes letras una sola palabra, que parece decir Cacuba, á pesar
de que el Sr. Dressel cree posible también las lecciones Cacura,
Cacuria y Cacubia. ¿Es un nombre local? No lo decido.
Casiaria? En un rótulo de Córdoba del año 154, se nombran
fig(linae) Casiaresi— ó Castaresi, Cassaresi, según el Sr.
Dressel— (núm. 4308); la forma en -i tal vez originada por (de)
fig(linis) Casiareni(bus). No creo que se ha de pensar en un
nombre latino, derivado de caseus queso, ó del árbol casia; si no
que es nombre local de origen ibérico.
Ciscaría. En un rótulo del año 153 se lee Ciscariensem—ó sea
Ciscariense m... (núm. 4273). En las monedas ibéricas que se creen
de la lusitana Salacia está entre otros nombres el de Siscar 6 Siscra
(Mon. ling. Iber. núm. 188, c), que es palabra de formación
semejante.
Cufia. Véase Barcufia.
Curucuntum? Sello con sólo la palabra Curucuntin(ense) (nú-
mero 2793), encontrado también en Nápoles ( Corpus, vol. X, nú-
meros 8051,10). El nombre está formado como Saguntum; Coro-
cotta es un nombre personal ibérico.
Dad? En el lugar de dos rótulo s del año 154, el uno con el
nombre de Corduba, en donde aguardamos la indicación del
contenido de la ánfora, se gún su procedencia, se lee Dad; tal vez
Dacitanum. En otro, del año 148, en lugar análogo parece estar
Dac, ó sea Sac. Véase más adelante Sac.
Detaumda. En un rótulo del año 149 se lee Delaumdese, ó De-


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500 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
taumdesem (núm. 4002), en otro mu tilado del mismo año, Deta...
El Detumo de las monedas (Mon. ling. Iber. núm. 127; en algunas
hay Detau y Detum), Detumo ó Detummo de Plinio (Hist. nat. III,
§ 10), y la Detunda de los Turdulos en el catálogo de Ptolemeo (II,
4,9), se refieren, sin duda, á una misma población de la Bética,
cuya situación se ignora. El rótu lo parece que conserva la forma
del nombre más antigua y completa, Detaumda, con el diptongo.
Un rótulo del año 153, muy difícil de leer (núm. 4291), contiene un
nombre local algo semejante, pero incierto.
Discora. Dos rótulos del año 149 con Discorese Charitidis (nú-
meros 3823 y 3824). Discora ó Discorum habrá sido el nombre de
la localidad, de donde tomó su nombre el género, vino ó aceite.
Doppianum? ¿ó tal vez Edoppianum? En una porción de sellos
se lee FIGEDOPP — siguen nombr es de particulares — ó
FIGFDOPP (núm. 2604); de donde el Sr. Dressel cree que resultan
fig(linae) f(undi) Doppiani. Pero una serie más numerosa de sellos
semejantes tiene FIGED | PP (núm. 2604, c y d), y otros FIGEDO
(núm. 2605). Tal vez puede achacarse á figlinas e do(mo) P... P.—
Pompeii Pompeiani, ó nombres semejantes; de suerte que nada de
cierto puede fijarse sobre esta indicación de procedencia.
Gari... Rótulo del año 149 (núm. 4191); raíz ibérica como en
los apellidos Garos y Garonicus.
Grumum? En sellos de los tres Augustos, Valeriano, Galieno y
Salonino, de dos Aurelios, Heracl a padre é hijo, y de los colonos
Sículo y Asiático, se nombran F(iglinae) Grumese(s), Fig(linae)
Grum(enses) ó Crum(enses) (núm. 2569-2573). Groma ó gruma es
el nombre latinizado del instrume nto de los agrimensores, del
griego µ ; pero no lo creo probabl e que las figlinas en
cuestión tengan su nombre de tal instrumento, sino que Grumum ó
Gruma es un nombre local de origen indígena.
Iresa? Rótulo del año 154 con Iresanum ó, como nota el señor
Dressel, tal vez Ircianum (núm. 4311). Cuál de las dos formas sea
la verdadera, lo decidirán nuevos hallazgos; ambas pueden ser de
origen ibérico.
Lacea. Rótulos del año 149 con Lacca (números 3717, 3718 y
3731); Lace del mismo año (números 3927, 3977, 3978, 3981, 4030,


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GEOGRAFÍA ANTIGUA DE ESPAÑA 501
4175, y 4221); Lacci del año 154 (ntím. 4025), y Lac, sin fecha
(núm. 3789), prueban la existencia de una localidad de este nom-
bre, cuyo origen ibéric o demuestra la palabra lacas ó lacam en
monedas de Segontia (Mon. ling. Iber., núm. 95), y otros nombres,
no pocos, de la misma raíz. La Lacea de los rótulos habrá de
buscarse en la Bética.
Lause... Rótulo del año 149 (núm. 4195).
Lespet. Rótulo sin fecha con Lespetanum (núm. 4480); nombre
formado como Callet, Ceret, Osset (Mon. ling. Iber., pág. CIII).
Lutia? Rótulo del año 154 con Lutianum (núm. 4297), de lec-
ción bastante clara. Hubo una Lutia cerca de Numantia, á la cual se
atribuyeron monedas ibér icas con la leyenda lutaqs (Mon. ling.
Iber., núm. 82); pero ésta, por cierto, era diversa de la localidad
nombrada en el rótulo.
Mogo? Rótulo del año 149 con Mogontanum ó, como advierte
el Sr. Dressel, Rogontanum (núm. 4257). Prefiero, según el fac-
símile, la primera lección. Como de las fenicias Iamo y Mago se
formaron los adjetivos Iamontanus y Magontanus, así de Mogo
Mogontanus.
Netelinum? Véase arriba Belluca.
Sac... Sellos con SAC nada más (núm. 2638) y SAC • XIIII,
cifra de sentido desconocido (núm. 3139), pueden indicar una
localidad de un nombre como Saca, muy fácil de origen ibérico.
Pero hay que notar que en otros se llos de ánforas parvas se lee L •
S • A • CV y L SACV (núm. 3140 a 1) y hasta SAHCV. Son
diferentes de las con SAG; queda, pues, al menos, la posibilidad de
un nombre geográfico Saca ó tal vez Saci.
Sancaia? Sello con M • M • SANCAI (núm. 3012), tal vez Mu-
natii Magni — ú otros nombres — Sancaiense. Queda incierto si es
nombre local.
Santugia? Sello con FIGSANTVG (núm. 3165), fig(linae) San-
tug(ianae) ó Santug(ienses), de un nombre local que recuerda á
Tugia.
Scapi ? Rótulo de Hispalis del año 154 con Scapitanum (nú-
mero 4318), de una localidad cuyo nombre creo ibérico, no deri-
vado del latino scapus, bastón.
Scorobra. Sello con Scorobres(e) (núm. 3170). esto es, Scoro-


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502 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
forense, de una loca lidad del nombre de Scorobra ó Scorobrum,
desconocida. Se ha encontrado ta mbién en Francia (Corpus, vol.
XII, núm. 5683,273).
Stagsia? Rótulo del año 149 con Stagsiese (núm. 3797). Staxia
ó Staxium, escritos con gs en lugar de x.
Supessia. Rótulo de Astigis del año 154 con Caes(aris) n(ostri)
Supessianum (núm. 3773). Nombre de un fundo imperial cerca de
Écija. Otros fundos del César, c uyos nombres no se pueden leer,
ocurren en rótulos Cordubenses de los años 153 y 179 (números
4272 y 4377).
S..uabra. Rótulo del año 148 con S..uabrese (núm. 3988); nom-
bre incompleto, tal vez Savabra.
Trecesisa. Rótulo hispalense del año 154 con Trecesisese (nú-
mero 4323). El Trece... parece latino, pero la terminación es ibé-
rica. Su colocación, cerca de Sevilla, desconocida.
Turnila. Rótulo Cordubense s¿n fecha, con Turnilense (número
4457).
Turritanum. Véase en el catálogo de nombres de origen latino.
..assese ó ..nsese en un rótulo incompleto (núm. 4481), resto de
un nombre local que no se puede suplir.
Ugle. Sello con esta palabra sola (núm. 3234), que si no es
abreviatura de nombres, como, por ejemplo, V(alerii) Gle(tici),
puede indicar una localidad, cuyo nombre recuerda el del actual
Uclés.
Este es el catálogo de unos 44 nombres de localidades de ori-
gen ibérico que resultan de los sellos y rótulos en las ánforas
españolas del Monte Testáceo. Con los de origen latino, en casi
igual número (,), forman la ad ición considerable de casi 80
nuevos á los nombres geográficos de la Península hasta ahora
conocidos. A los investigadores lo cales y á los conocedores de su
país cumple la tarea de fijar, en cuanto sea posible, su colocación,
valiéndose de la tradición conservada en datos é instrumentos de la
Edad Media y Moderna y en la memoria del pueblo, que no raras
veces abre camino para juntar el presente con el pasado.
Como las ánforas con vino y aceite, así de España también se
importaron los lingotes de plomo producidos en las minas ibéri-


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GEOGRAFÍA ANTIGUA DE ESPAÑA 503
cas, sobre todo en las de cerca de Cartagena (véase Corpus, vo-
lumen II, núm. 6247, 1-6). Tres de es ta clase se han encontrado en
el álveo del Tíber, y tienen las inscripciones siguientes:
1. Corpus, vol. XV, núm. 7916.
Societ(atis) argent(ariarum) fod(inarum) mont(is) Ilucr(ensis),
galena.
2. Núm. 7917.
P(ublii) Cornel(ii) L(ucii) f(ilii) Aim( ilia) Pollion(is) For-
man(um), galena.
3. Núm. 7918.
T(iti) Popilli N(umerii) f(ilii), galen(a).
No sabemos si el monte Ilucrense, nunca nombrado antes, haya
de buscarse cerca de la bética Il urco. El plomo dice ILVCR, no
ILVRC; era, pues, con toda probab ilidad, diverso de ella, y estaba
tal vez en las cercanías de Cartagena. No menos desconocido es el
Formanum ó las fodinae Formanae. Galena se llamaba, como dice
Punió hablando de las minas de plata cerca de Cartagena, la vena
plumbi, de la cual se ganó la plata por cocedura ( Hist. nat.,
XXXIII, § 95, y XXXIV, § 159, 173).
No puedo concluir esta enumer ación de nuevos nombres geo-
gráficos españoles sin permitirme una observación, tal vez atrevida
por parte de un extranjero. Un país como la Bética, conocida por su
fertilidad enorme — Plinio dice: Baetica cunctas provinciarum
diviti cultu et quodam fertili ac peculiari nitore praecedit (Hist.
nat. III, § 7)—, que durante cerca de tr es siglos suministró á la
capital del mundo antiguo inagotable s abastos de vino, aceite y
otros géneros, ¿no es de suponer que en el porvenir ganará de
nuevo una prosperidad semejante? El cielo y la tierra son los
mismos; esperamos que lo mismo que entonces, la industria del
hombre sabrá aprovecharlos en adelante.
Berlín, Marzo de 1899.
EMILIO HÜBNER
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Las ciudades de Arévacos y Pelendones en el Alto Imperio; su integración jurídica
Urbano Espinosa
Antigua: Historia y Arqueología de las civilizaciones [Web]
Página mantenida por el Taller Digital de la Universidad de Alicante

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[Publicado previamente en I Symposium de Arqueología Soriana , Soria
1984, pp. 305-324. Editado aquí en formato digital por cortesía del autor].
Las ciudades de Arévacos y Pelendones en el Alto Imperio; su integración jurídica
Urbano Espinosa
El Imperio Romano quizá pueda ser valorado como el edificio polí- tico más estable y sólido de la historia; ello es tanto más sorprendente cuanto que se cimentaba sobre un variopinto mosaico de pueblos y culturas muy diferentes entre sí. Varios mecanismos contribuían eficazmente a generar elementos de cohesión frente a particularismos y potenciales tendencias centrífugas; uno de ellos, y no el menos importante, era la inserción de los individuos y de las comunidades en una gradación jerárquica del derecho. La evolución sufrida por Arévacos y Pelendones es buen ejemplo para iluminar esta realidad de la antigüedad romana; trágicamente famosos por su resistencia primera a Roma
1, quedaron sometidos al status inferior de peregrinos; jurídicamente hablando eran pueblos extranjeros
sometidos al derecho de conquista y carentes de todo ius en relación con el vencedor. Las amplias clientelas obtenidas por Pompeyo en Hispania tras las guerras sertorianas se debían cimentar en ciertos privilegios otorgados a populi y civitates indígenas
2, pero ni esto ni la inmigración de elementos romanos o itálicos fue suficiente para que los viejos oppida de la región abandonaran su condición jurídica originaria. Con César y Augusto el proceso de integración jurídica de los Hispani dio un salto de gigante que, sin embargo, no afectó a las ciudades de Arévacos y Pelendones; en época augustea todas ellas
continuaban sin privilegio alguno, incluida Clunia la futura capital del conventus, cuando en su zona periférica se había diseñado ya

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un nuevo mapa jurídico con el surgimiento de colonias (Celsa, Caesaraugusta) y de municipios romanos (Bilbilis, Calagurris, Turiaso) o latinos (Graccurris, Cascantum, etc.)3. En las listas de ciudades y pueblos de Plinio, cuyas fuentes parecen remontarse a época augustea, tendríamos
reflejado este panorama4. Pero la acción política en Hispania del primero de los emperadores fue decisiva, porque establecía las premisas necesarias para la ulterior integración; en ésta había encontrado Augusto la clave para la estabilidad del estado, aunque ello significara aceptar también la constante transformación interna del mismo; la puesta en práctica de ese principio político, heredado de César, generaba una dinámica tal que sólo podía conducir en el tiempo a la plena elevación jurídica de los provinciales hasta las cotas superiores del derecho. Por lo que respecta a la zona en consideración, este resultado final lo tendríamos formulado en Ptolomeo a mediados del siglo II d.C.; las ciudades que en Plinio eran peregrinas, parece que en Ptolomeo han recibido ya el estatuto municipal
5; ambos autores ofrecen el cuadro siguiente 6:
Plinio Ptolomeo
Pelendones (IV populi) ¿ Visontium Pelendones
id. ¿ Augustobriga Id.
Id. ¿ Savia Id.
Id. Numantini Numantia Arévacos
Arévacos (VI populi) Uxama Uxama Argaela Id.
Id. Segovia Segovia Id.
Id. Nova Augusta Nova Augusta Id.
Id. Termes Termes Id.
Id. Clunia Clunia Colonia Id.
Id. Secontia Segontia Lanca Id.
Confluenta Id.
Veluca Id.
Tucris Id.
Los múltiples interrogantes y desajustes entre ambas listas no impiden que en conjunto puedan ser valoradas como los dos extremos
de la evolución jurídica de los pueblos citados; conjuntando estos testimonios con los procedentes de la epigrafía, podemos re-

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construir las etapas básicas seguidas por ellos desde la carencia hasta la plena posesión de ius en el seno del estado romano.
Las ciudades y su progresión jurídica
1. Clunia
Conocemos bien las etapas básicas de su avance jurídico
7. Peregrina en época de Augusto, fue privilegiada por Tiberio desde inicios de su reinado con el rango de municipium; ello está documentado en las monedas que acuña la ciudad bajo ese monarca, donde aparecen IIIIviri y aediles como magistrados municipales
8. Los ciudadanos de Clunia estaban inscritos en la tribu Galeria, lo cual armoniza bien con la
municipalización en época de Tiberio, quien inscribía en esa tribu a los nuevos cives de Hispania siguiendo la costumbre de Augusto 9. En esta situación continuó la ciudad hasta Galba, quien le privilegió con el rango
de Colonia y le otorgó el sobrenombre de Sulpicia 10. Clunia destaca en toda la región por ser quizá el primer núcleo privilegiado y por alcanzar el
máximo nivel en el avance jurídico, hecho que hay que relacionar con su condición de capital del conventus de su nombre 11.
2. Termes12
Queda probada su condición de municipium en una tessera hospitalis de Peralejo de los Escuderos (Soria). El senatus populusque Termestinus otorga a los Dercinoasedenses, vicani de los Clunienses, el mismo trato y derecho ( eodem iure ) que poseen los mismos cives Termestini; el documento está firmado por los IIIIviri del municipio y no puede ser datado con exactitud
13.
H. Galsterer cree que la municipalización fue posterior al 25 después de Cristo14 , porque el termestino que asesinó ese año al
iuridicus L. Calpurnius Piso gritaba bajo tortura en sermone patrio15 , lo que negaría la posesión de estatuto privilegiado por la ciudad en virtud de su insuficiente romanización; nos parece en exceso rígido el significado post quem del incidente, teniendo en cuenta

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que el autor del asesinato es un agrestis y no un incola de la ciudad. Parece que los termestinos estaban inscritos en la tribu Galeria. En Carrascosa de Arriba aparece un [L(ucius) Po]mpeius [Plac]idus Gal(eria tribu) [Agili]o , y en Montejo de Tiermes un ... [Pom]peius ... Ga[l(eria tribu)] ... umus
16; no se nos especifica la origo termestina de estas personas, pero puede presuponerse así por la proximidad de los
epígrafes y porque los Pompei parecen constituir una prominente familia de Termes 17. El dato de la tribu nos lleva a situar la municipalización a lo largo del reinado de Tiberio, o como más tarde durante el de Calígula.
3. Uxama Argaela 18
Carecemos de menciones explícitas sobre su condición de municipium o sobre sus magistrados. Sólo es posible obtener alguna clarificación por vía indirecta. Son numerosos los uxamenses constatados en la epigrafía 19, por algunos de los cuales vemos que estaban inscritos en la tribu Galeria. Por ejemplo: C(aius) Pompeius Gal(eria tribu) Caturonis f(ilius) Motugenus Uxamensis 20. Podemos concluir afirmando que la elevación jurídica de los individuos y de la ciudad corrió la misma suerte
que la señalada para Termes.
4. Numantia
En Numancia se constata una dedicatoria a Iovi O(ptimo) M(aximo) (d(ecreto) D(ecurionum)
21. La exclusiva mención a los decuriones no prueba por sí sola la existencia de un municipium 22, pero en relación con una dedicatoria a Júpiter, podría estar revelando un acto público de los magistrados municipales hacia la divinidad que preside el panteón oficial de la ciudad. A pocos kilómetros al Norte de Numancia, en Chavaler, aparece un L(ucius) Valerius Nasonis f(ilius) Qui(ina tribu) Nepos en una inscripción fechada en el siglo I d.C.
23; tanto si el epígrafe procede de Numancia 24, como del mismo Chavaler (sin duda en su territorium), po- demos suponer que L. Valerius era un numantino inscrito en la tribu
Quirina. En Hispania existe algún precedente de que Claudio inscribió en esa tribu a los nuevos cives 25, pero de forma habitual y generalizada recurrieron a ella los Flavios 26. Creemos que bajo estos últimos mo-

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narcas Numancia pudo abandonar su condición de ciudad peregrina y ser elevada al rango de municipium27.
5. Augustobriga
La ciudad que tantas veces se menciona en los miliarios sorianos de la calzada Caesaraugusta-Asturica Augusta
28 se localiza habitualmente hacia Muro de Ágreda 29. No es seguro que deba identificarse con la Nova Augusta de Ptolomeo 30. Su condición de municipio romano está atestiguada por la epigrafía; el IIvir C. Valerius Avitus es mencionado como traslatus a Divo Pio ex munic. August. in col. Tarrac . 31. Cayo Valerio vivió durante los reinados de Antonio Pío y Marco Aurelio y su
dedicatoria sólo posee valor ante quem para datar la municipalización de Augustobriga. Desconocemos la tribu de los augustobrigenses. A título de
simple conjetura puede sugerirse que la elevación a municipium tuvo lugar bajo los Flavios, en virtud del ambiente general histórico que vive la
zona bajo esa dinastía.
6. Visontium
Conocida por Ptolomeo como ciudad pelendona, se ha identificado con la actual Vinuesa
32. El único testimonio de su municipalización es el epígrafe de L(ucius) Lucret(ius) Densus que se titula IIvir y que realizó o reparó la vía que pasa junto a Vinuesa 33. Desconocemos la tribu en la que estuvieran inscritos los de Visontium; la cita de Ptolomeo armonizaría con el epígrafe citado, autorizándonos a aceptar que para la primera mitad del siglo II d.C. Visontium era ya un municipium.
7. Langa de Duero
Poseemos el final de un epígrafe monumental: D(ecreto) D(ecurionum)
34. Se ha querido identificar el yacimiento al sur de la actual Langa con la Segontia Lanca de Ptolomeo, pero no se puede aceptar sin reparos tal identificación 35. El epígrafe citado prueba

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poco o nada por sí mismo sobre la existencia aquí de un municipium; en el mejor de los casos podría indicar que bajo la actual Langa existiera un núcleo urbano que, aunque peregrino, poseía instituciones según el modelo romano; pero queda a la arqueología la tarea de confirmar o negar tal hipótesis.
8. Lara de los Infantes
En esta localidad existió un municipium de nombre desconocido, tal y como ha probado recientemente el profesor G. Alföldy
36. En la epigrafía local existen varias referencias a IIviri y se comprueba que la tribu Quirina es la de los ciudadanos del municipio; de ahí que su municipalización, siguiendo la cronología atribuida a tal tribu, se date con seguridad en época flavia.
9. Alcubilla de Avellaneda
En el epígrafe dedicado a G(aio) Publio Q(uirina tribu) Mercuriali se especifica su condición de IIvir
37; G. Alföldy se ha interrogado sobre el posible municipium del cual pudo haber sido magistrado el personaje citado y descarta a Clunia porque allí existen IIIIviri y además porque los Clunienses están inscritos en la Galeria. En todo caso, se trataría de un municipium flavio cualquiera de los del entorno; para identificar su nombre habría que pensar en algunas de las ciudades de Ptolomeo aún no
identificadas, sin renunciar tampoco a que algunas de esas se localizara en el mismo Alcubilla.
10. San Esteban de Gormaz
Recientemente se ha puesto de relieve el interés y la personalidad propia del núcleo romano existente bajo la población actual
38. Varios epígrafes hacen referencia a las instituciones colectivas, sin que, no obstante, prueben fehacientemente la condición de municipium. Mencionamos en primer lugar la dedicatoria a M(arco) Aemilio Lepido patrono d(ecreto) D(ecurionum)
39, gobernador de la Citerior entre el 10/12 y el 14 d.C. 40. La colectividad entera entró

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en su clientela, probablemente a consecuencia de algún hecho beneficioso realizado por el personaje durante su mandato provincial. El patronazgo de M. Emilio Lépido, posterior al 14 d.C., pudo darse siendo aún peregrina la ciudad 41, pese a que la dedicación honoraria que recibe sea decidida por el órgano de gobierno de la misma (d.D.) y pese a que esto
nos recuerde insistentemente las disposiciones de las leges municipales para elegir patrono y relacionarse con él, como vemos en la lex Ursonensis
42. Otro documento de interés es la dedicatoria a C(aio) Calvisio Aionis f(ilio) Gal(eria tribu) Sabino por los decuriones a sus propias costas en razón ob pluruma in rem publicam merita 43; el mismo personaje recibe otra dedicatoria en Clunia, de donde parece ser originario, y donde fue flamen Romae et Divi Augusti 44. Se ha datado este último en época de Tiberio, porque ese monarca instauró el citado culto en Clunia 45, pero no hay que olvidar que el flaminado pudo mantenerse con la misma titulatura al menos durante la dinastía Julio-Claudia; por ello, C. Calvisio pudo haber ostentado su cargo después de Tiberio; lo único cierto es que el epígrafe de San Esteban, al no hacer constar los cargos del personaje, precede en el tiempo al de Clunia
46. En esta inseguridad cronológica surgen las menciones a los Decuriones y a la res publica; la primera no niega por sí misma la condición peregrina de la ciudad, pero la segunda parece hablar algo más a favor de su municipalización 47; pero si aceptamos que ésta se presupone en la expresión res publica y que C. Calvisio bien pudo vivir después de Tiberio a lo largo del siglo I d.C., podríamos pensar en un municipium flavio en San Esteban de Gormaz. De ser así, la tribu de los habitantes tenía que ser la Quirina, la cual se reflejaría en la dedicatoria a [L(ucio)] Terentio P[ate]rno Eburanco Titi f(ilio) Quirina y en otro más de lectura dudosa: L(ucio) [Fl]av[io Qui]r(ina) Olausto
48. En todo caso, la incertidumbre domina nuestro conocimiento sobre esta localidad, de la que por no conocer nada seguro, ni siquiera sabemos su antiguo nombre 49.
11. Otras consideraciones
Con las ciudades precedentes seguramente no se agota el número de las privilegiadas entre los Arévacos y Pelendones durante el Alto

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Imperio, pero también es cierto que nada más puede añadirse hoy por hoy a lo ya comentado, debido a lo fragmentario de nuestras fuentes documentales. Quedarían por considerar las siguientes ciudades de las que habla Ptolomeo: Savia entre los Pelendones, Confluenta, Veluca y Tucris entre los Arévacos
50. Es probable que alguna de ellas pudiera dar nombre a los municipios testimoniados en Lara de los Infantes, en
Alcubilla de Avellaneda y en San Esteban de Gormaz. A todo ello han de añadirse otros problemas: no es seguro que la Segovia de Plinio y de Ptolomeo sea la Segovia del acueducto
51; tampoco es segura la identidad Nova Augusta/Augustobriga; tampoco la reducción de Segontia Lanca a
Langa de Duero, ni hay que excluir que la Segontia de Plinio sea la Segontia Lanca de Ptolomeo, en cuyo caso no podría identificarse con la actual Sigüenza
52.
Las instituciones del mu n i c i p i u m
No son muchos los datos sobre la vida institucional de los municipia estudiados; es de suponer que reflejaran las formas organizativas dominantes en el occidente romano y en Hispania
53. No existe testimonio explícito de lex municipalis alguna, y que todo municipio debía poseer desde su misma constitución como tal; a través de
ella se regulaba toda la vida pública de la comunidad 54. Algunas magistraturas aparecen reflejadas en la epigrafía; la magistratura superior
está representada por IIviri en los casos de Alcubilla de Avellaneda y de Visontium, y por IIIIviri en Clunia y Termes; en Clunia constatamos también la existencia de aediles, pero no hay referencia alguna en todo el territorio a los quaestores que, junto a los anteriores cargos, se elegían también anualmente en los municipios. El ordo decurionalis, colectivo de especial autoridad y relieve en el gobierno municipal
55, se nos documenta en la tessera hospitalis de los termestinos hacia los decinoasedenses: senatus populusque Termestinus; el populus es el censo ciudadano organizado en curias, que elegía anualmente a los magistrados y sancionaba con su presencia los actos públicos, dando relieve a la institucionalización de la ciudad
56. De la actividad legisladora de los decuriones tenemos constancia en Numancia en un d(ecreto) D(ecurionum); esta misma referencia en los casos de Langa y de San Esteban de Gormaz, si no

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prueban la existencia de un municipium57, al menos sí la toma de decisiones por un órgano supremo de gobierno que ha adoptado las formas romanas.
Etapas en la municipalización del territorio arévaco y pelendón
Los datos anteriores nos autorizan a pensar que hemos de hacer arrancar el avance jurídico de esta zona desde finales del reinado de Augusto o más bien desde Tiberio. Muy probablemente la primera aparición de un municipium en territorio arévaco y pelendón se produce bajo Tiberio en el viejo oppidum de Clunia. Era el punto de arranque de un proceso cuya complexión habrá de tardar varios decenios; la municipalización de Uxama y Termes debe ser poco posterior a la de Clunia, si es que no contemporánea; debió darse durante el mismo reinado de Tiberio, o como más tarde durante el de Calígula. Llama la atención el significado que tuvo el reinado de Tiberio para esta región hispana; su política rebasó los límites de la de su predecesor, lo cual contradice la general opinión de que tras Augusto se produjo la casi total paralización de la promoción de los hispanos
58. Tiberio introdujo nuevos empujes a la dinámica social y económica de la región;
al privilegiar a Clunia la autorizó también a emitir moneda 59 y organizó en la ciudad el culto oficial con su correspondiente flaminado Romae et Divi Augusti 60; también está documentada su gran actividad constructora de calzadas en la zona 61. Todo ello parece hablarnos de una situación generalizada de auge económico y de prosperidad propiciada desde la
política imperial. Es obvio que la transformación económica del territorio y su integración en la órbita de intereses más directos de la central imperial exigía algunos reajustes en la situación social y jurídica tradicional; la armonización se lograba con la extensión de la ciudadanía y de la municipalización a algunos oppida más relevantes; la concesión de privilegio a Clunia, Termes y Uxama convenía a esa voluntad integradora
del monarca. Pero la municipalización traía a las ciudades privilegiadas importantes consecuencias añadidas; a más de generar una capa social diferenciada por su vinculación al gobierno de la ciudad, obligaba

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a que esta última se dotara de los soportes materiales de la vida institucional; es así como comienza una decidida transformación del urbanismo en los viejos oppida, porque van surgiendo por entonces curias, templos, foros y otras dependencias públicas. Eran elementos
foráneos introducidos en el viejo urbanismo que, sin que fuera totalmente anulado, anunciaban las primeras líneas de un futuro cada vez más romanizado. Tras Tiberio hemos de pensar que continuó extendiéndose el derecho de ciudadanía otorgada viritim a los hombres de la región. Un paso importante fue la concesión por Claudio de la ciudadanía romana a
todos los veteranos de los auxilia tras su licenciamiento
62; durante el periodo de los dos últimos Julio-Claudios no registramos ningún avance
de la municipalización. La época del gobierno de Galba en la Citerior 63 y, sobre todo, sus movimientos para hacerse con el trono imperial debieron traer nuevos privilegios para la zona. Galba aparece muy vinculado a Clunia; no hay que olvidar que fue en el templo de Júpiter de esta ciudad donde un sacerdote, que exhumó un antiquísimo oráculo, le anunció su ascenso al trono
64. Estas regiones hispanas debieron ser las que con mayor ardor apoyaron al pretendiente y de las que obtuvo los mejores recursos
humanos y económicos en los primeros momentos de su empeño; pensemos en su puesta en armas de la nueva legio VII Galbiana 65, para cuyo reclutamiento hay que presuponer la extensión del derecho romano;
un reconocimiento a los apoyos a su causa parece mostrarse en la concesión de status colonial a Clunia, a la que otorgó además el apelativo de Sulpicia
66 y a la que honró en una acuñación imperial con la leyenda Hispania Clunia Sul. S.C. 67. Los acontecimientos del 68/69 habían arrastrado a los territorios aré- vacos y pelendones a una dinámica vertiginosa; el viejo Galba había acre- centado los apoyos a su causa otorgando privilegios a los hispanos y Ves- pasiano pronto atisbó las enormes posibilidades de tal política. Su conce- sión del ius Latium a toda Hispania
68 llevaba consigo un impulso gigantes- co al proceso de municipalización. Se ha dicho que Vespasiano y sucesores
completaron y cerraron ese proceso en Hispania 69; probablemente es una excesiva generalización, pero lo cierto es que el avance jurídico que ahora
se produce, al tiempo que era un instrumento útil al servicio de la ambi- ciosa política flavia, comportaba también trascendentales consecuencias

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para la vida de los provinciales. El proyecto político flavio sobre Hispania es un proyecto de largo alcance, cuyos efectos calaron tan profundamente que muchos esquemas de la vida provincial anterior desaparecieron para siempre. Igual que otras regiones peninsulares, el territorio de Arévacos y Pelendones se ve sacudido por un gigantesco plan de integración jurídica de los individuos y de las comunidades; el derecho de ciudadanía se extiende por todos los rincones y el mapa jurídico del territorio se modifica radicalmente con la concesión de cartas de municipalidad a muchas ciudades indígenas hasta entonces peregrinas. Por ahora son elevados al rango de municipium los oppida de Lara de los Infantes, Visontium, Numantia, Augustobriga, probablemente también el de San Esteban de Gormaz y en general las otras ciudades citadas por Ptolomeo aún no identificadas: Confluenta, Tucris, Veluca, Segontia Lanca, Savia. Lo más probable es que el ius que reciben los municipios de territorio arévaco y pelendón, como en el resto de Hispania, sea el ius Latium, pues se ha asegurado que después de Augusto fue la latinidad lo que se extendió por occidente de forma generalizada
70, salvo que el emperador concediera directa y graciosamente la plena ciudadanía
romana. Tenemos en la región el caso de Clunia, que surge inicialmente bajo Tiberio como municipium latino 71. Con respecto a Vespasiano, parece que lo que otorga es el Latium minus y no el maius 72. La municipalización flavia tuvo, entre otras, una consecuencia trascendental, ya que la obtención de una magistratura otorgaba al
interesado la condición de ciudadano romano; cierto que eran pocos los magistrados electos cada año (2 duunviros, 2 cuestores y 2 ediles)
73, pero la elevación jurídica afectaba también a sus mujeres, hijos y descendientes 74. En las pequeñas ciudades como Numantia, Visontium, etc. esto encerraba enorme significado, porque en no muchos años
terminaba por constituirse un núcleo amplio de personas en posesión de pleno derecho de ciudadanía; el horizonte máximo posible de expansión coincidía con el grupo social que tuviera el nivel necesario de censo para hacer frente a los munera y responsabilidades propias del gobierno municipal
75. En todo caso, la municipalización de los flavios permitió que nuevas elites locales se integraran más estrechamente en el estado romano, lo que hizo surgir en ellas la conciencia de constituir un grupo privilegiado cuyo destino se identificaba con el de Roma.

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Conclusiones
No podemos abordar aquí la cuestión de si procede o no utilizar para los siglos I y II d.C. los términos arévaco y pelendón para referirnos al área suroriental del convento cluniense; en esa época probablemente ha perdido ya la mayor parte de su significado originario, entre otras razones porque con la municipalización es la ciudad y su territorium, y no las viejas etnias o populi, lo que rige como nueva unidad completa y cerrada frente al estado y la administración; es una nueva
vertebración del territorio en el Imperio. Los individuos ya no hallan sus referencias en el grupo social tradicional, sino en las instituciones de la ciudad. Sin embargo, es curioso que Ptolomeo a mediados del siglo II d.C. agrupe sistemáticamente sus listas de ciudades según los distintos populi tradicionales; si hemos seguido hasta aquí al geógrafo, ha sido con la única intención de dotar a nuestro estudio de una referencia más bien
geográfico que etnográfica. Hemos visto que la documentación disponible, fragmentaria y desesperantemente escasa a veces, no ha impedido reconstruir globalmente las principales etapas recorridas por los primitivos territorios de Arévacos y Pelendones hasta su total integración jurídica; para que ésta sea plenamente inteligible hemos de considerar el marco más amplio de la romanización regional
76, de la cual es un aspecto más, aunque quizá también el más prominente de todos. La capa social beneficiada por la municipalización, que no se identifica con la totalidad de la base demográfica del territorio, no pudo
por menos que apoyar las novedades que aquella traía consigo; la vida
urbana institucionalizada, la pertenencia al ordo decurionalis, le podía abrir las puertas al superior ordo equester. La municipalización no sólo era aceptada, sino también esperada y deseada, porque la previa participación en las instituciones administrativas y religiosas del municipium facilitaba la ulterior promoción personal. La municipalización llevada a cabo por Tiberio debió realizarse sobre una realidad cultural aún muy arraigada en el indigenismo local; fue un potente fermento introducido en la zona, que aceleró su metamorfosis cultural. Los Flavios parece que en lo fundamental cerraron el proceso iniciado por Tiberio en cuanto a la equiparación jurídica del territorio estudiado, tal y como ocurre en buena parte de Hispania sincrónicamente; pero su obra era la consecuencia natu-

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ral de la evolución sufrida por estas tierras a lo largo del siglo I d.C. A medida que avanzaban los decenios, la capa social de gentes económica y culturalmente integradas cada vez era más densa en estos pueblos; el latín se había generalizado, el urbanismo progresaba y el auge económico beneficiaba a todos. Pero frente a la transformación de la vida real de los individuos y de las comunidades, muchos oppida continuaban aún bajo el tradicional status de peregrinos. Su integración de facto en las corrientes universales del occidente latino estaba exigiendo perentoriamente ya en época flavia su integración de iure . En muchos casos, Vespasiano y sucesores no hicieron sino dar sanción legal a lo que ya existía en la
realidad, bien que tal sanción fuera armonizada con los peculiares intereses de la dinastía. La integración final fue debida sobre todo al ritmo mismo que llevaban internamente los acontecimientos.

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1 Una visión global de la conquista romana de la Meseta, Historia de España. Historia Antigua II, Hispania romana (varios autores), cap. II-V, Madrid 1978; A. Schulten, Historia de Numancia, Barcelona 1945; H. Simon, Roms Kriege in Spanien 154-133 v. C., Frankfurt 1962, 204 págs.
2 E. Badian, Foreign clientelae (264-70 BC), Oxford 1958, p. 252 ss. 3 F. Vittinghoff, Römische Kolonisation und Bürgerrechtspolitik unter Caesar und Augustus, Wiesbaden 1952; A. García y Bellido, Las colonias romanas en HispaniaŽ, AHDE 1959, p. 503 ss.; H. Galsterer, Untersuchungen zum röm. Städtewesen auf der Iberischen Halbinsel, Berlín 1971, p. 17 ss.; T.R.S. Broughton, Municipal Instituions in Roman SpainŽ, Cah. Hist. Mond. 9, 1965, p. 137 ss.
4 R. Syme, Pline the ProcuratorŽ, Harv. Studies in Class. Philology 73, 1968, p. 215 ss.; trabajo clásico sobre el naturalista, D. Detlesfsen, Die Geographie der tarraconensischen Provinz bei Plinius (NH III.18-30, 76-79, IV.110-112)Ž, Philologus 32, 1873, pp. 600-668; J. M. Blázquez, Estado de la romanización de Hispania bajo César y AugustoŽ, Emerita 30, 1962, p. 71 ss.
5 R. K. McElderry, Vespasian Reconstruction of SpainŽ, JRS 8, 1918, p. 53 ss.
6 Plinio, NH III.26-27; Ptolomeo, II.6.53 y 55 (edic. C. Müller, pp. 171-174). 7 La ciudad ha sido objeto de atención por la investigación reciente, que ha exhumado una documentación abundante, P. De Palol, Clunia Sulpicia, ciudad romana, Burgos 1959.
8 M.C. Trapote y R. M. Valls, Hallazgos monetarios en Clunia de 1958 a 1964Ž, Monogr. Clunienses I, Valladolid 1965, núm. 24 ss., p. 14 ss.; A. M. de Guadán, La moneda ibérica, Madrid 1980, p. 188 s.; referencia también a los IIIIviri en CIL II 2781; H. Galsterer, op. cit. 1971, p. 35.
9 La tribu de los Clunienses documentada en CIL II 5792: tessera hospitalis datada el 40 d.C. por la referencia consular; otras referencia en J. Vives, Inscripciones latinas de la España romana, Barcelona 1970, núms.. 3527, 5290, 5641, 6334. Sobre los emperadores que inscriben en la Galeria, W. Kubitschek, De Romanarum tribuum origine ac propagatione, Viena 1882, p. 188.
10 El sobrenombre en H. Mattingly; E. A. Sydenham, RIC I, Augustus to Vitellius, Londres 1923, p. 215, núm. 151. Sobre el avance jurídico, H. Galsterer, op. cit. 1971, p. 35; A. García Bellido, op. cit. 1959, p. 503 ss.; su condición de colonia también en Ptol. II.6.55 y CIL II 2780.
11 Plinio, NH III 18 y 26-27; J. Vives, op. cit. 1970, núm. 562; E. Albertini, Les divisions administratives de lEspagne romaine, París 1923; C. García Merino, Población y poblamiento en Hispania romana. El conventus cluniensis, Valladolid 1975.
12 J. L. Argente et alii, Tiermes I, Madrid 1980, y Tiermes II (prensa) 13 A. DOrs, Un nuevo dato para la historia de la llamada TermanciaŽ, Est. dedic. a Menéndez Pidal II, 1951, pp. 567-581, piensa que la escritura puede ser del siglo II d.C. (p. 575); id., Epigrafía jurídica de la España romana, Madrid 1953, pp. 375-

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376; más recientemente, A. Jimeno, Epigrafía romana de la provincia de Soria, Soria 1980, núm. 133.
14 H. Galsterer, op. cit. 1971, p. 52, nota 15.
15 Tácito, Ann. 4.45; sobre el iuridicus, G. Alföldy, Fasti Hispanienses, Wiesbaden 1969, p. 67.
16 CIL II 5795; A. Jimeno, op. cit. 1980, núms.. 50 y 75, de quien tomamos el texto. 17 Aparecen otros dos Pompei entre los cuatro magistrados que firman la tessera con los Dercinoassedenses ( supra, nota 13): Lucio Pompeyo Vítulo y Tito Pompeyo Raro.
18 C. García Merino, La ciudad romana de UxamaŽ, BSAA 36, 1970, pp. 383-440; núm. 37, 1971, pp. 85-119; la autora realiza recientemente excavaciones en el yacimiento. Respecto a Uxama Argaela y Segontia dice Plinio ( NH III 27): quae nomina crebro aliis in locis usurpantur. Efectivamente, Ptolomeo nos da cuenta de otra Uxama entre los Autrigones (Uxama Barca, II 6.52); sobre ella, M. L. Albertos, A propósito de la ciudad autrigona de Uxama BarcaŽ, EAA 9, Vitoria 1979, pp. 281-291. El sobrenombre Argaela de la ciudad arévaca, en Ptol. II 6.55; CIL II 2907,
696.
19 Es curiosa la fuerte emigración desde esta ciudad (C. García Merino, op.cit. 1970, p. 409 ss.).
20 J. Vives, op. cit. 1970, núm. 769; A. Jimeno, op. cit. 1980, núm. 165. Es posible que en el epígrafe núm. 162 de A. Jimeno: Man. Octavio Titi f. Gal. Novato, tengamos un argaelense, pues el que le erige la inscripción sí lo es; no hay que
excluir la común origo de ambos.
21 Apareció en las excavaciones de la ciudad el siglo pasado; A. Jimeno, op. cit. 1980, núm. 11. Sobre la ciudad, es clásica la obra de A. Schulten, Numantia, IV vols, Munich 1905-1912.
22 H. Galsterer, op. cit. 1971, p. 37 ss. 23 CIL II, 5796; texto y fecha de A. Jimeno, op. cit. 1980, núm. 56, p. 77.
24 A. Jimeno, op. cit. 1980, p. 78, quien recoge la bibliografía existente y piensa que la procedencia de Numancia es probable pero no segura.
25 W. Kubischek, op. cit. 1882, p. 200
26Ibidem anterior, p. 188
27 Este hecho, sin aporte de pruebas, ya había sido sugerido por A. Schulten en RE XVII.1, col. 1265, s. v. NumantiaŽ.
28 A. Jimeno, op. cit. 1980, núms. 139-140, 142-145. 147-149. 151-152. Sobre las calzadas en la zona, B. Taracena, Vías romanas del Alto DueroŽ, Anuario C. Fac. Arch. Bibl. y Arq. II, Madrid 1934, pp. 257-277.
29 B. Taracena, Carta arqueológica de Soria, Soria 1941, p. 118. 30 Ptolomeo II 6.55 entre los Arévacos, pero Augustobriga en el mismo autor aparece entre los Pelendones (II 6.53). En Plinio la vemos citada como Nova Augusta entre los Arévacos ( NH III 27). La duplicidad supuesta de nombres en Ptolomeo se interpreta como originada porque utilizó doble fuente (C. Müller, Cl. Ptolmaei Geographia, París 1883, p. 171; A. Schulten, RE XVII.1, col. 1123, s. v.

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Nova AugustaŽ, no acepta la identificación; A. García Bellido, La España del siglo I de nuestra era, Madrid 1978 (3), p. 241 la ve como probable.
31 G. Alföldy, Die röm. Inschriften von Tarraco, Berlín 1975, núm. 352; conocido por otros epígrafes en Tarragona, ibidem, núms.. 353-4, 923; en este último se explicita su origo augustobrigense.
32 Ptolomeo II 6.53; para su identificación, B. Taracena, op. cit. 1941, p. 179; A. Schulten, Numantia I, p. 128, la considera hipotética.
33 A. Jimeno, op. cit. 1980, núm. 136, p. 164 s.
34 A. Jimeno, op. cit. 1980, núm. 126, p. 147 s. 35 B. Taracena, op. cit. 1941, p. 89 s.; convincentes reparos en C. García Merino, Un olvidado núcleo de población hispanorromano: el yacimiento de San Esteban de GormazŽ, HA VII (1977) 1979, p. 224 ss.
36 G. Alföldy, Epigraphica Hispanica II. Tribus und Beamte der röm. Stadt von Lara de los InfantesŽ, ZPE 41, 1981, pp. 244-252; para su nombre antiguo es posible que haya que contar con las ciudades de Ptolomeo pendientes aún de identificación.
El profesor Alföldy corrige varias de las lecturas ofrecidas en principio por J. A. Abásolo: Epigrafía romana de la región de Lara de los Infantes, Burgos 1974.
37 La lectura dada por A. Jimeno (núm. 39, p. 56 s.), ha sido corregida recientemente por G. Alföldy, Epigraphica Hispanica III. Ein Bürgermeister in einer Inschrift aus
Alcubilla de Avellaneda bei Clunia in der Hispania CiteriorŽ, ZPE 44, 1981, pp. 113-118, lo que ha posibilitado reconocer al dedicado su condición de IIvir.
38 C. García Merino, op. cit. 1979, pp. 165-230 39 C. García Merino, op. cit. 1979, p. 203 a.; A. Jimeno, op. cit. 1980, núm. 130. 40 G. Alföldy, op. cit. 1969, p. 12 s.
41 N. Nicols, Tabulae patronatus; a Study of the Agreement between Patron and Client-CommunityŽ, ANRW II.13, 1980, p. 541.
42Lex Urs. c. 97 y c. 130; A. DOrs, op. cit. 1953, p. 225 s, 270 s. 43 C. García Merino, op. cit. 1979, p. 193 ss.; A. Jimeno, op. cit. 1980, núm. 129.
44 CIL II 2782; R. Etienne, Le culte imperial dans la Pén. Ibérique, París 1958, p. 206.
45 R. Etienne, op. cit. 1958, p. 206; C. García Merino, op. cit. 1979, p. 195 s.
46 C. García Merino, op. cit. 1979, p. 194
47 G. Alföldy, Res publica Leserensis (Forcall, Castellón), Valencia 1977, p. 13; la aplicación del término en el occidente del Imperio denota en la mayoría de los casos la existencia de una colonia o de un municipio.
48 C. García Merino, op. cit. 1979, p. 177 y 187 s., de quien tomamos el texto; A. Jimeno, op. cit. 1980, núm. 94 y 88.
49 Como mera hipótesis, C. García Merino, op. cit. 1979, p. 225 ss., ha sugerido la posibilidad de que fuera la Segontia Lanca de Ptolomeo (II 6 55).
50 Ver supra cuadro de las ciudades pelendonas y arévacas según Plinio y Ptolomeo. 51 Plinio, NH III 27, dice de Segovia y Uxama: Quae nomina crebro aliis in locis usurpantur.

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52 No hay que olvidar que la Segontia de Estrabón III 4.12, no parece pueda identificarse con la actual Sigüenza, si se acepta su información de que  el Duero fluye junto a Numancia y SegontiaŽ.
53 Estudiados por A. DOrs, op. cit. 1953, p. 140 ss.; H. Galsterer, op.cit. 1971, p. 37 ss.
54 Conocemos los famosos casos de Salpensa y Malaca de época flavia y la ley de Urso de época cesariana con añadidos posteriores; A. DOrs, op. cit. 1953, p. 167 ss.; aspectos parciales en H. Braunert, Ius Latii in den Stadtrechten von Salpensa und MalacaŽ, Corolla memoriae Erich Swoboda dedic., Graz-Köln, 1966, pp. 68-83.
55 A. DOrs, op.cit. 1953, p. 146 ss. 56 A. DOrs, op.cit. 1953, p. 148
57 Ver supra, pp. 5 y 6-
58 A. García Bellido, Una pausa en el proceso de romanización de España durante los Julio-ClaudiosŽ. Homenaje a Xavier Zubiri, Madrid 1970; por el contrario, se pronuncia por la continuidad del proceso, M. Rostovtzeff, Historia social y económica del Imperio Romano, Madrid 1962, p. 162 ss.; H. Galsterer, op. cit. 1971, p. 31 ss.
59 Ver supra, nota 8
60 CIL II 2782; R. Etienne, op. cit. 1958, p. 206
61 Miliario de Tiberio en la zona soriana, A. Jimeno, op. cit. 1980, núm. 150.
62 A.N. Sherwin-White, The Roman Citizenship, Oxford 1939, p. 190 ss.; J. M. Roldán, Hispania y el ejército romano, Salamanca 1974, p. 284; D. B. Saddington, Auxiliary Forces from Augustus to TrajanŽ, ANRW II.3, 1975, p. 189 s.; P. A. Holder, The Auxilia from Augusto to Trajan, Oxford 1980, p. 47 s. Una visión restrictiva de la aportación de Claudio en cuanto al avance hispano, D. Nony, Claude et les espagnolsŽ, Mél. Casa Velásquez 4, 1968, p. 51 ss.
63 G. Alföldy, op. cit. 1969, p. 16 64 Suetonio, Galba 9; C. Picón, Suetonio y la religión en HispaniaŽ, en La religión romana en Hispania, Madrid 1981, p. 10 ss.
65 A. García Bellido, Nacimiento de la leg. VII GeminaŽ, Legio VII Gemina, León 1970, pp. 303-328; J. M. Roldán, op. cit. 1974, p. 201 ss.
66 H. Galsterer, op. cit. 1971, p. 35. Su condición de colonia en Ptolomeo II 6.55 y en CIL II 2780.
67 Mattingly/Sydenham, op. cit. 1923, p. 215, núm. 151; L. Greglia, Roman Imperial Coins, Londres 1968, p. 80, núm. 24
68 Plinio, NH II 30; R. K. McElderry, op. cit. 1918, pp. 53-102; A. DOrs, op. cit. 1953, p. 149 ss.; A. B. Bosworth, Vespasian and the Provinces, some problems of the early 70s A.D.Ž, Athenaeum 51, 1973, pp. 49-77; H. Galsterer, op. cit. 1971, p. 37 ss.; A. Montenegro, Problemas y nuevas perspectivas en el estudio de la Hispania de VespasianoŽ, HA 5, 1975, p. 7 ss.
69 Es la impresión que se recoge en R. K. McElderry, op. cit. 1918; frente a esta opinión, H. Galsterer, op. cit. 1971, p. 46 ss.

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70 R. K. McElderry, op. cit. 1918, p. 64 ss.; A. Montenegro, op. cit. 1975, p. 7 ss.; H. Galsterer, op. cit. 1971, p. 31 ss.
71 F. Vittinghoff, Die Entstehung von städtischen Gemeinwesen in der Nachbarschaft röm. Legionlager; ein Vergleich León mit den Entwicklungslinien im ImperiumŽ, Leg. VII Gemina, León 1970, p. 351; H. Galsterer, op. cit. 1971, p. 35
72 Así lo estiman R. K. McElderry, op. cit. 1918, p. 65; H. Galsterer, op. cit. 1971, p. 49; de esta opinión se hace eco H. Bengtson, Die Flavier; Vespasian, Titus, Domitian, Munich 1979, p. 100 ss.; opinión contraria (Latium maius) en A. DOrs, op. cit. 1953, p. 150 ss.; y A. Montenegro, op. cit. 1975, p. 8 ss. Probablemente el Latium maius fue creación adrianea, como sugiere el Prof. Vittinghoff, op. cit. 1952, p. 47.
73 A. DOrs, op. cit. 1953, pp. 143-146
74Lex Salp. c. 21 (A. DOrs, op. cit. 1953, p. 285 s.).
75 Para pertenecer al ordo decurionalis se exigía un censo mínimo anual de 100.000 sestercios, que en La Meseta y municipios pequeños debía ser sensiblemente menor. Al respecto, Plinio, Epist. 1.19; Th. Mommsen, Röm. Staatsrecht, II.1, p. 802.
76 Consideraciones previas sobre ella, en L. A. García Moreno, La romanización del Valle del Duero y del Noroeste peninsular, siglos I-VII d.C.; algunos problemas
y perspectivas de su estudioŽ, HA 5, 1975, pp. 327-350.